Josu MONTERO
Escritor y crítico

Adictos

Cuantos más artilugios tecnológicos en forma de electrodomésticos, medios de transporte, accesos al ciberespacio o robots disponemos, sucede que menos tiempo tenemos. Cruel e innegable paradoja: con cada ahorro de tiempo, crece la falta de tiempo.

El tiempo se mide en fracciones cada vez más pequeñas. Nos encontramos de pleno bajo el dictado de esa pulsión explotadora, bajo la vorágine verdaderamente rabiosa, del fervor capitalista. El anhelo de ahuyentar nuestro vacío existencial acelerando el tiempo para multiplicar las oportunidades de consumo y convertirnos en los adictos que somos.

El escritor norteamericano David Foster Wallace, autor de esa genial y divertida novela llena de tristeza que es “La broma infinita”, afirmó en una entrevista: «Internet es una avalancha desmesurada y sin criterio de entretenimiento; en el fondo no es sino la destilación de la ética capitalista norteamericana en estado químicamente puro, la entronización absoluta del liberalismo salvaje».

En uno de sus agudos reportajes, viajero de un crucero de lujo, dibujó otra feroz metáfora de nuestro sistema, que a él le sumía en una honda tristeza y en la depresión: «El ocultamiento del deterioro con un ejército de casi invisibles emigrantes dedicados a la limpieza, reparación y mantenimiento constantes de la más leve grieta o mancha; y la excitación: las actividades constantes, las fiestas, las canciones, la alegría. La adrenalina y el estímulo como sucedáneo de la felicidad».