Ainara LERTXUNDI
DONOSTIA

Solo el 25% de los cuerpos de los migrantes ahogados son hallados

La ONG Caminando Fronteras presentó ayer el informe «Vida en la Necrofrontera», una profunda radiografía de la crisis humanitaria y de las violaciones de derechos humanos que ocurren en las fronteras. El trabajo denuncia que solo el 25% de los cuerpos de los migrantes desaparecidos tras un naufragio llega a aparecer.

«Les vimos morir, se iban de nuestras manos. Me aferré a la niña, pero una ola se la llevó. Después nos llevaron a la comisaría y a las mujeres y los niños nos dejaron libres. A los hombres los enviaron al sur y oía llorar a mi niña. La buscaba y no la encontraba, pero la oía llorar. Ahora sé que me volví loca en esos días, nunca seré una persona normal. Es imposible. Solo siento el dolor de la pérdida; a veces pienso en suicidarme, pero tengo más hijos y sigo adelante. Volveré al agua porque no tengo otra opción». Es el testimonio de una superviviente de un naufragio registrado en Alborán el 12 de octubre de 2018.

«La zodiac se ha pinchado. Una de las gomas no aguanta, no podemos movernos, el agua entra por todos lados. El motor no se puede encender. Hay gente en el agua, les decimos que se agarren a las cuerdas, que no se pierdan». Es la llamada de una embarcación en Alborán el 26 de octubre de 2018 pidiendo ayuda para su rescate.

«En Nador, el problema es el precio, es complicado pagar y, luego, los tiempos de esperar en el bosque, donde hay redadas todos los días y donde nosotras, las mujeres, estamos muy expuestas a todo tipo de violencias. Tánger es más fácil, porque hay muchas más zodiacs de reme –embarcación a remos con la que se cruza en la zona del Estrecho. Son pequeñas zodiacs de recreo y los remos son fabricados por las propias personas migrantes en madera–. Eso te permite no pagar mucho dinero, aunque ahora también se empieza a hacer dinero con ese sistema. Entré en una de esas zodiacs a remos y me quería morir, yo llevaba el cubo para achicar agua, nada más entrar te hundes por el peso, claro. Y después hasta Las Palmas es mucho tiempo. Ahora la gente sale de Senegal para ir hasta allí, pero a mí me parece una locura. Ceuta y Melilla parecen más fáciles, pero lo que hace la Guardia es esperarte y llama a la Marina marroquí. Son momentos en los que pasan muchos accidentes. La valla no suele ser para las mujeres, aunque algunas intentan entrar cubriéndose hasta la parte española y pedir asilo, pero al ver que somos negras nos devuelven inmediatamente. No te creas que no le damos vueltas a la cabeza, pensamos qué opción elegir para no arriesgarnos a morir, cualquiera tiene sus cosas malas». Es el relato de una mujer migrante.

Todos estos testimonios, junto a otros muchos más, se incluyen en el informe “Vida en la Necrofrontera” de la ONG Caminando Fronteras que fue presentado ayer en el Consejo de la Abogacía Española en Madrid.

1.020 víctimas, 816 sin localizar

Tomando como fuente las llamadas realizadas por los propios migrantes alertando de situaciones de peligro, así como de familiares que perdieron el contacto con sus seres queridos, el colectivo ha contabilizado desde 2018 hasta abril de este año 70 naufragios con 1.020 víctimas. De ellas, 816 siguen desaparecidas y 204 han fallecido.

«Solo se encuentran el 25% de los cuerpos, el resto quedan en el mar; se les niega a las familias el derecho al duelo», ha remarcado en la presentación la activista Helena Maleno, coordinadora de Caminando Fronteras.

Aunque algunos cadáveres han podido ser identificados, muchos se han quedado en las morgues de Argelia, Marruecos o el Estado español o enterrados sin nombre.

Las causas de los naufragios están directamente relacionadas con la información errónea o insuficiente sobre la ubicación de las pateras, o demoras en los tiempos de activación de los servicios de rescate, escasez de medios y recursos, falta de coordinación en la zona y medios inseguros de cruce.

El informe denuncia con ahínco que «los estados aplican políticas militares que causan daños irreparables a la protección de los derechos humanos y, particularmente, al derecho a la vida». Incide en que «las rutas migratorias se vuelven cada vez más peligrosas gracias a las políticas de control. Las industrias criminales aumentan su negocio abriendo nuevas rutas y las empresas de control de fronteras aumentan su presencia en los caminos migratorios, dejando estructuras militares. Así se genera una espiral en la que aumentan el negocio y la muerte de forma exponencial».

Caminando Fronteras subraya que «las empresas relacionadas con la industria de la guerra constituyen el mayor lobby con poder para decidir sobre las políticas que los Estados implementan en las fronteras. La entrada de las industrias de la guerra en el negocio contribuye al establecimiento y normalización de espacios de no derecho, dándose situaciones de excepcionalidad democrática».

La angustia ante las redadas

Entre los instrumentos que aplican los Estados para implementar esta «necropolítica» menciona las redadas militares y controles basados en sesgos raciales, detención en dependencias policiales y otros centros, desplazamientos forzosos, deportaciones a países de origen o terceros países, restricciones como la libre circulación en zonas fronterizas, violencia machista contra las mujeres migrantes y contra la infancia migrante.

El siguiente testimonio engloba la angustia de los migrantes en las localidades fronterizas de Marruecos ante las redadas.

«Nunca había visto tantos militares juntos, ni tantas esposas para atarnos, ni tantos autobuses. Para hacer detenciones tan masivas hay que hacer una gran inversión de material. Una de las veces que me enviaron al sur éramos unos 1.200, arrestados el mismo día. Les ganábamos en rapidez, pero eran muchos y entonces nos rendíamos para ser enviados al sur. Nos vimos obligados a salir de las casas y dormir en la calle, en zonas deshabitadas. Era imposible resistirse a tantas redadas y entonces nos entregábamos para que nos enviasen a otras ciudades que no estuvieran en la frontera. El problema fue cuando empezaron las deportaciones a los países de origen».

Sobre las políticas de acogida, Caminando Fronteras lamenta que «en las últimas tres décadas se han enfocado en la gestión de los cuerpos migrantes. No existe una política que ponga a las personas y sus derechos en el centro del sistema de acogida».

«De la criminalización en la llegada pasan a ser números a los que se les asigna plaza en función de la situación de vulnerabilidad y victimización. El sistema de acogida tiene un marcado sesgo de beneficencia, puesto que no logra que las personas accedan a plenos derechos», constata el informe.

Pone también el foco en la criminalización que padecen los migrantes y sus familias que reivindican su derecho al movimiento, al tiempo que ejercen como portavoces de las vulneraciones que han sufrido o han presenciado.

 

Las familias de los náufragos desaparecidos denuncian la falta de información oficial

«Cuando recibimos la primera llamada de un familiar es un momento complicado y doloroso. Muchas veces no se tienen respuestas o las que se tienen no están contrastadas. Las llamadas se repiten de forma constante, necesitan que repitas lo que sabes una y otra vez», narra el colectivo Caminando Fronteras en el capítulo dedicado al «calvario de las familias: construir un relato desde la resistencia al dolor».

«Teniendo en cuenta el concepto de familia extensa y la vida comunitaria en África, los efectos de esta pérdida, sobre todo cuando hay naufragios donde las personas proceden de una misa zona, acaban teniendo efectos sobre amplias comunidades en los países de origen. Es por ello que las familias invierten tanto tiempo y recursos para saber la verdad de lo que ha sucedido. Cerrar el ciclo de la pérdida se convierte en algo totalmente necesario», destaca.

Al impacto emocional, se unen los problemas legales que puede conllevar la desaparición –herencias, las tutelas de los hijos y la situación de las personas que se quedan viudas sin que su estatus sea reconocido, por ejemplo–. Las familias con las que ha trabajado la ONG destacan la falta de información oficial sobre los naufragios y la privación de libertad de los supervivientes, lo que demora la información sobre quiénes han muerto o desaparecido. Entre las líneas de acción del Observatorio de DDHH en la Frontera está la reconstrucción de la memoria colectiva, la búsqueda y el apoyo.A. L