EDITORIALA
EDITORIALA

El TEDH, los equilibrios y lo que es y no es justo

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos comunicó ayer que no ha admitido la demanda de familiares de víctimas de los GAL y el BVE a los que el Gobierno español ha denegado parte de las indemnizaciones por entender que eran militantes de ETA y que reclamaba que se les aplicara la presunción de inocencia. Sin embargo, Estrasburgo no entra al fondo de la cuestión y, en consecuencia, «no toma una posición sobre el derecho de los solicitantes a la compensación».

Esta es una sentencia triste, que evita revertir una discriminación basada en prejuicios y en criterios ideológicos. Respecto a las víctimas de la guerra sucia promovida por el Estado español, antepone discutibles argumentos técnicos a un principio básico de equidad. Evidentemente, tampoco aporta nada a la verdad, esquiva la justicia y atenta contra la reparación más elemental. Respecto a los responsables directos y políticos de aquellos crímenes, ahonda en una impunidad incompatible con la defensa de los derechos humanos. En manos del PSOE queda ahora entrar al fondo de la cuestión. Si se mantiene una escala de víctimas en base a la identidad de estas o de sus victimarios, se está estableciendo una escala de méritos para el sufrimiento y las vulneraciones. En ese esquema unas vidas valen más que las otras y unas muertes duelen menos que las otras. Esto lo pueden hacer los partidarios de unos y otros, lo pueden hacer los familiares, pero nunca deberían hacerlo las instituciones. Ni en Madrid ni en Estrasburgo.

El TEDH no deja de ser un organismo más de la comunidad internacional, con sus presiones y sus equilibrios. Está claro que en la anterior fase quiso premiar a quienes apostaban por la paz y castigar a quienes la bloqueaban. Igual que antes había laminado a los que justificaban la violencia política. En este momento el Estado español necesita estabilidad y amparo. Los derechos humanos son universales, pero sus organismos en la tierra no dejan de ser políticos. En ese equilibrio perdió ayer la justicia.