El British Open comenzaba de fábula para Jon Rahm, aunque veía cómo su liderato provisional acaba en manos del norteamericano JB Holmes, líder en solitario con 66 golpes, cinco bajo el par de campo, dos golpes menos que el golfista de Barrika, y solo uno menos que el irlandés Shane Lowry.

Irlanda –en este caso su parte norteña– es un país que vive un idilio con el golfista vizcaino. Sobre todo su arranque en los nueve primeros hoyos fue como la luna de miel que cualquier pareja desearía, situándose como líder en solitario con cinco golpes bajo el par. Fueron los nueve últimos hoyos, en especial los cuatro finales, donde el de Barrika perdió la concentración en sus golpes de aproximación. El viento, la lluvia, un tiempo siempre inestable, que durante los primeros momentos no afectaron el rendimiento de Rahm, acabaron por hacerle mella, máxime cuando los malos golpes de aproximación lo dejaron en situación de putts comprometidos. Así las cosas, pese a ofrecer golpes realmente magistrales, como uno saliendo del bunker en el hoyo 16, o un segundo golpe en el par 3 del 17 que cerca estuvo incluso de embocar, se vio a Rahm algo pesado mentalmente. Así las cosas, putts que están perfectamente a su alcance, como el de los hoyos 15 y 18, se le acabaron escapando, firmando un bogey en cada uno de ellos, para firmar una tarjeta de 68 golpes, excelente arranque en términos objetivos, pero por detrás de su propio listón, un listón que solo Holmes había logrado igualar, casualmente cerrando la vuelta con un birdie en el hoyo 18.

El tigre, sin garras

Adrián Otaegui no pudo empezar a tan buen nivel, tampoco es que se le pida ser un émulo de los monstruos que dominan la élite del golf. Al cierre de la edición, el donostiarra cerraba con dos golpes sobre el par, al tiempo que el golfista de Baiona Mike Lorenzo acabaría con 77 golpes, seis sobre el par.

Pero es que Lorenzo acabó esta primera vuelta con mejor tarjeta que Tiger Woods. Ausente desde el US Open, el estadounidense, con problemas en su espalda, cerró con 78 golpes.