Daniel GALVALIZI
ELECCIONES EN ARGENTINA

La polarización marca unas primarias que no definirán nada

Una Argentina sumida todavía en recesión tendrá hoy su primer match electoral en lo que es la carrera presidencial de cara a las generales de octubre. El kirchnerismo y el macrismo concentran tres de cada cuatro votos según las encuestas, en los comicios más polarizados de las últimas dos décadas.

Las primarias abiertas y simultáneas (PASO) de hoy en Argentina volverán una vez más a funcionar como una gran encuesta nacional en la que los precandidatos presidenciales van a las urnas en listas de unidad, sin contrincantes y sin importar la opinión de militantes o inscritos. Una en la que, pase lo que pase, se sabe que el juego se dirime solo entre dos.

A casi cuatro años de Gobierno de Mauricio Macri y a pesar que tres de ellos fueron con crisis económica, no ha habido un dirigente en la oposición capaz de eclipsar el liderazgo de Cristina Fernández.

Con la mochila que lleva, sus 12 procesamientos por corrupción más una herencia económica y social mucho peor cuando se fue de la que recibió, Fernández ha logrado mantener viva la llama de la mística entre su núcleo duro de simpatizantes. Esa lealtad supera un escollo como es el de ir como candidata a vicepresidenta mientras que el aspirante a la Presidencia es Alberto Fernández, exjefe de gabinete de Cristina Fernández y uno de sus más feroces críticos tras su renuncia en 2008. Sin embargo, en una táctica que busca sumar votos independientes y exhibir amplitud, han pactado un binomio que une al ala más populista del kirchnerismo con excríticos, entre ellos el excandidato presidencial Sergio Massa (aspirante a diputado). Massa fue el líder que marcó el principio del fin del ciclo kirchnerista al fracturar el partido en 2013. Hoy están mezclados todos en la misma papeleta.

La mezcla también llega a orillas de la Casa Rosada. En un gesto desesperado para sumar desencantados y un guiño a quienes pedían sumar peronistas, Macri eligió de compañero de fórmula presidencial al exportavoz del poderoso grupo peronista en el Senado, Miguel Pichetto, que tras las legislativas de medio mandato de 2017 rompió con el kirchnerismo.

Sin sitio para terceros. Estas primarias serán las elecciones generales más polarizadas de los últimos 20 años, ya que, según los sondeos, desde 1999 no ha habido otros comicios con solo dos opciones que concentren en torno al 80% de los votos. De hecho, en las PASO de 2015, el kirchnerismo y Cambiemos lograron, sumados, el 68%.

Según una media de muestras realizada por “Clarín”, el Frente de Todos (marca de Cristina Fernández) llegará al 37% de los votos, mientras que Juntos por el Cambio (la nueva confluencia que sustituye a Cambiemos) alcanzará el 35%. En un lejano tercer puesto, con el 8%, se situaría Roberto Lavagna, exministro de Economía de Néstor Kirchner.

Entre las fuerzas minoritarias asoma la plataforma neoliberal de José Luis Espert con un sorprendente 4%, seguido por Nicolás del Caño, con el tradicional 3% del trotskismo argentino, y, en último lugar, el nacionalismo católico y de derechas del exmilitar golpista Juan José Gómez Centurión, con el 1,9%.

Los números demuestran que la polarización no solo está garantizada sino que es la mayor en dos décadas, en un proceso que ha virado de tres polos (como se evidenció en 2009, 2013 y 2015) a dos, y más centrados en las personas que en las ideas: Fernández y Macri. Este callejón político sin salida, al que los votantes parecen haberse vuelto adictos, es lo que desde hace años denominan «la grieta».

«Empezó en 2008, después del gran conflicto con los productores agropecuarios, pero tiene su profundidad en la propia historia argentina», relata a GARA un experimentado peronista bonaerense. Y agrega: «Es un juego electoral a dos polos en el que los actores se sintieron cómodos en el ring por concentrar protagonismo. Y todo lo que quedó en el medio se fue diluyendo. Finalmente es el antagonismo (hacia el otro) como identidad de los dos espacios».

Las primarias también servirán para mostrar la solidez del proyecto de la mujer que lidera la lista de políticos mejor valorados desde 2015: la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. El primer estado, con 17 millones de habitantes, también debe elegir sus autoridades y la gran esperanza de Juntos por el Cambio (nadie duda en que será la sucesora de Macri) podría no ser la más votada, en buena parte arrastrada por los malos números del presidente.

El viceministro de Interior, Sebastián García de Luca, admite en declaraciones a GARA que el partido de Gobierno aguarda las elecciones «con expectativas pero con prudencia» aunque recuerda: «En 2015 perdimos las PASO por casi nueve puntos, pero después (en segunda vuelta) se logró la victoria». Además, confía en que si bien la elección está «muy pareja», la «recuperación de las variables macroeconómicas»« van a apuntalar un triunfo del binomio Macri-Pichetto. «La sociedad no quiere volver al pasado que representa el kirchnerismo, no hay dudas que Macri será reelecto», dice.

Si bien es cierto que algunos indicadores han comenzado a mostrar una tibia mejora en la actividad económica en el segundo trimestre, los últimos 15 meses son un enorme lastre para Macri, cuya megadevaluación produjo un fuerte ajuste y aumento de la pobreza. Desde su partido repiten como un mantra que la herencia que recibieron en 2015 de Fernández casi deja a Argentina en una situación similar a la venezolana. Cierto o no, saben que su suerte depende del recuerdo de todo lo malo del pasado y de un olvido indulgente del presente.