Mikel CHAMIZO

UNA MARIPOSA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Esta tarde, la soprano tolosarra Ainhoa Arteta se pondrá al frente del reparto de «Madama Butterfly», la popular ópera de Puccini que la Quincena Musical ha seleccionado para su cita anual con la lírica, y que verá una segunda representación el jueves.

Cuando la Quincena Musical inició su andadura en 1939, por iniciativa de un grupo de comerciantes que querían dinamizar el turismo en Donostia, una parte importante de la programación se dedicó a la ópera. En la actualidad, con ochenta ediciones a sus espaldas, el festival ha crecido y diversificado enormemente su oferta músical, pero la cita anual con el teatro lírico sigue siendo uno de los capítulos más esperados cada verano. Este año, además, el título que se ha escogido es uno de los más populares del repertorio: “Madama Butterfly”, de Giacomo Puccini, que verá dos representaciones esta tarde y el jueves, a las 19.00h, en el Auditorio Kursaal. Dos ocasiones para disfrutar de nuevo con este título clásico del verismo italiano, una de las diez óperas más representadas en todo el mundo según la base de datos Operabase. En Donostia, sin embargo, hace casi quince años que no se vería este título pucciniano: la última vez que se hizo en la ciudad fue también en la Quincena Musical en 2005, en una colorista producción diseñada por el legendario director y coreógrafo Lindsay Kemp, colaborador de David Bowie. 

Emilio López es el máximo responsable de esta producción de “Madama Butterfly” que se estrenó en 2017 en el Palau de les Arts de Valencia y que, tras pasar recientemente por el Festival de El Escorial, llega ahora adaptada a los recursos técnicos del Kursaal. López, que estudió canto antes de iniciarse en la dirección escénica y es reconocido por su buen trabajo en la dirección de cantantes, ha introducido una nota innovadora en la historia de “Madama Butterfly”, ya que la traslada al ambiente bélico de la Segunda Guerra Mundial, entre 1941 y 1945. Establece así una relación entre el repudio que sufre la protagonista por parte de su familia y el bloqueo estadounidense a Japón durante aquel conflicto.

Calificada como “tragedia japonesa”, la ópera cuenta las historia de Cio-Cio San, una infortunada geisha que, después de abjurar de sus propias creencias y de enfrentarse a toda su familia, es abandonada por un capitán de la Armada norteamericana después de haber sido seducida por este. De esta forma, López ha preparado para la primera parte escenas típicamente japonesas, cuyo colorido se inspira en la pintura tradicional de aquel país, mientras que en la segunda recrea la devastación de la guerra, como un reflejo de la situación interna de la protagonista. Habrá también un hueco para la danza en esta producción, que incluye la “Danza serpentina” de Loie Fuller, una coreografía muy popular en el art nouveau, época en la que el Puccini compuso la ópera.

 

Una mariposa tolosarra

El rol protagonista, Cio-Cio San, estará encarnado por Ainhoa Arteta. La soprano tolosarra, siempre muy cercana a la Quincena Musical, ha actuado en múltiples ocasiones en el marco del festival, participando tanto en conciertos y recitales como en algunos títulos operísticos. La última vez que Arteta participó en una ópera de la Quincena fue en 2016, en el papel principal de otra ópera de Puccini, “Tosca”. Pero este vez regresa con un personaje que es novedad para ella, ya que lo debutó hace apenas unos meses, en enero, en el Gran Teatro del Liceu de Barcelona. En la rueda de prensa de presentación de la ópera, Arteta confesaba que «nunca he pensado que pudiera cantar Butterfly. Empecé mi carrera como una soprano ligera, luego pasé a ser soprano lírico... pero, con la edad, creo que he adquirido las posibilides vocales para enfrentarme a este grandísimo rol». Arteta apunta que el reto no solo implica una dificultad vocal sino sobre todo emocional. «Si verdaderamente te entregas hacia él, tienes que usar todas las armas de experiencia vital que tengas a tu alcance. Cuando terminó la representación, estoy temblando, nunca me había pasado con ningún otro personaje», asegura la soprano tolosarra.        

El malvado de la película, Pinkerton, un teniente de la marina estadounidense que seduce y luego abandona a Cio-Cio San, estará encarnado por el tenor argentino Marcelo Puente, quien sí tiene más experiencia en este personaje ya que se trata de la décima producción de “Madama Butterfly” en la que actúa, aunque reconoció sentirse «emocionado con la calidad de esta producción».

La dirección musical recae en el italiano Giuseppe Finzi, uno de los grandes especialistas actuales en la dirección de óperas italianas del siglo XIX, un repertorio al que ha dedicado la mayor parte de su trayectoria profesional. Finzi ha actuado en teatros tan importantes como La Scala de Milán, la Deutsche Oper de Berlín o el Teatro Massimo de Palermo, y “Madama Butterfly”, en concreto, la ha dirigido en prestigioso escenarios como la Ópera de San Francisco o el Aalto Theater de Essen. 

En el foso, como ya es tradición en la cita anual de la Quincena con la ópera, estará la Orquesta Sinfónica de Euskadi, formación clave en la historia del festival, ya que ha participado en el mismo ininterrumpidamente desde la creación de la orquesta en 1982. Tomará parte asimismo una agrupación coral muy querida por el público donostiarra, el Coro Mixto Easo, dirigido por Gorka Miranda. Para el resto de papeles de la representación, la Quincena ha acudido a un elenco de voces jóvenes pero de reconocido prestigio, como la mezzosoprano Cristina Faus (Suzuki), el barítono Gabriel Bermúdez (Sharpless), el tenor Francisco Vas (Goro), el barítono Isaac Galán (comisario imperial/Príncipe Yamadori) o la contralto Ana Cristina Marco (Kate Pinkerton), así como a cantantes vascos como Fernando Latorre (Bonzo), Helene García (Madre) o María Izaga (Tía). “Madama Butterfly” está considerada una de las composiciones más redondas de Giacomo Puccini. Se basa en el relato del mismo nombre de John Luther Long, autor que a su vez se inspiró en la novela semiautobiográfica “Madame Chrysanthème” de Pierre Loti (1887).

Cinco versiones distintas

El compositor italiano, que siempre estuvo interesando por atrapar en su música el exotismo asiático (otro ejemplo paradigmático es “Turandot”), elaboró hasta cinco versiones diferentes de la ópera. La original, en dos actos, fue estrenada el 17 de febrero de 1904 en La Scala de Milán, y obtuvo una acogida desastrosa. Puccini la reescribió notablemente, dividiendo el segundo acto en dos cuadros y realizando numerosos cambios. Esta segunda versión se estrenó en el Teatro Grande de Brescia, el 28 de mayo de aquel año, y ya conquistó a la audiencia. Según Rafael Banús, autor de las notas al programa que acompañan las representaciones, «la partitura está llena de hallazgos tímbricos, principalmente en la riqueza de su orquestación, y que demuestran que el maestro de Lucca era un autor muy inquieto y atento a todas las innovaciones propias de su tiempo. Sin necesidad de alejarse de la gran tradición lírica italiana, Puccini supo enriquecer el género de un modo admirable, realizando una profunda renovación del mismo, sabiendo introducir tanto los perfumados colores del impresionismo francés como las rígidas armonías del wagnerismo germánico».

La partitura de Butterfly, en concreto, es uno de los ejemplos más logrados del dramatismo pucciniano, en el que la música expresa lo que los personajes se callan y guía toda la acción, desde los momentos más dulces a los más violentos.