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HARARE

Muerto Mugabe, Zimbabwe busca reparar su relación con Europa

El nuevo Gobierno de Zimbabwe intenta reconstruir su relación con las potencias occidentales, sobre todo con las europeas, tras el fallecimiento de Robert Mugabe, cuyo funeral de Estado se celebró ayer en Harare. Su sucesor, Emmerson Mnangagwa, aprovechó la ceremonia para reclamar el fin de las sanciones internacionales.

Con unos 20.000 asistentes ocupando apenas un tercio de la capacidad del Estadio Nacional de Deportes se celebró ayer el funeral de Estado por el expresidente de Zimbabwe Robert Mugabe, héroe de la independencia del país que pasó a convertirse en tirano durante casi cuatro décadas. Mugabe, sobre todo tras la caótica reforma agraria, asumió el papel de antagonista de las potencias occidentales, con las que los nuevos líderes quieren recomponer relaciones.

«Se puede observar lo que llamo un deshielo de nuestras relaciones con el Reino Unido y en general con Europa. Creo que hemos hecho progresos reales», señaló el ministro de Exteriores, Sibusio Moyo. El actual presidente zimbabuense, Emmerson Mnangagwa, intenta rehabilitar la imagen de su país, una tarea difícil tras viente años de sanciones, sobre todo contra la familia y cercanos a Mugabe.

Sumido en una grave crisis económica y con gran parte de la población en la miseria, el país hoy necesita desesperadamente inversiones extrajeras y el fin de las sanciones. «Zimbabwe lleva aislado los últimos veinte años, es imposible sobrevivir así», señaló Moyo, que asegura que el nuevo Gobierno ha emprendido reformas legales para «democratizar» el país.

El propio Mnangagwa, que presidió el funeral, aprovechó la ceremonia para pedir el levantamiento «incondicional e inmediato» de las sanciones. «No lo merecemos», lamentó.

Mientras la UE ha reducido algunas, EEUU las prorrogó el mes pasado. Mnangagwa, al frente del Ejército que forzó la dimisión de Harare y apartó a su familia del poder, no tuvo, sin embargo, problemas en calificar en el funeral al ahora difunto dirigente de un «gigante intelectual, un líder visionario y un campeón incansable de la dignidad africana».

Estuvieron presentes una decena de dirigentes africanos como el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta; el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, o el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, abucheado por la multitud en protesta por las agresiones xenófobas del último mes en Sudáfrica. También hubo representación de China, Rusia y Cuba.

En nombre de la familia un sobrino de Mugabe, Walter Chidhakwa, señaló que «era un hombre triste. Un hombre triste, triste. Ha sido un viaje difícil y horroroso», en referencia a los últimos años en el poder.