Raimundo Fitero
DE REOJO

Lula

Cuando las estaciones de propaganda yanqui repiten todas las mentiras que acumulan sobre la caída del muro de Berlín, las noticias nos traen una pequeña satisfacción pírrica: Lula da Silva ha sido excarcelado por un juez del Tribunal Supremo de Brasil, con una ley en la mano que indica no encarcelar a los condenados por un tribunal hasta que se acaben todos los trámites de recalificación en instancias superiores. Uno se alegra de ver a este político en la calle, aunque acumule dudas razonables sobre lo que su Partido de los Trabajadores dejó hacer a muchos de sus miembros con cargo institucional contagiados por esa plaga de la corrupción.

Lo del muro es una falacia histórica que aumenta en cada aniversario. Parece que todos hayan estado tirando el muro, de manera física y de manera ideológica. Lo de la injusticia brasileña es algo muy reciente, pero tras Lula llegó Dilma, a la que se cargó con una traición de manual su vicepresidente, el tal Temer. A la presidenta se la cargaron de manera vil, en una jugada política que se calificó con buen criterio de golpe de Estado, donde intervinieron diferentes estancias de los poderes, con una clarísima falta de rigor y rompiendo todos los muros de contención de la separación de poderes. Ese golpe de Temer fue la previa organizada para la llegada del fascista Bolsonaro, que está descomponiendo Brasil.

Los personajes de la fiscalía y la política mamporrera y descalificante de muchos cómplices del golpe se concentran en el juez que estaba en todo el movimiento doble de acusar a Lula y de inhabilitar a Dilma, es hoy ministro de Justicia de Bolsonaro, no hacen falta más pruebas de la conspiración. Y de repente uno se pregunta de manera rutinaria, ¿dónde está Catalunya y qué pasa con los presos y exiliados políticos catalanes? Justicia ya. Que ustedes lo voten bien. Lula Libre.