Belén Martínez
Analista social
AZKEN PUNTUA

No hay paz, no hay tregua

El 6 de diciembre de 1989, Marc Lépine asesinó a 14 mujeres e hirió a otras 10 en la Escuela Politécnica de Montreal. El autor de la matanza escribió una carta en la que confesaba que estaba contra las feministas, porque le habían «jodido» la vida y usurpaban derechos a los hombres. Finaliza con la locución latina «alea jacta est».

Pasados 10 años, en un parque de la villa se colocó una placa para rememorar ese aciago día y recordar a las víctimas «de la tragedia». Ahora, el Gobierno de la ciudad modifica la inscripción, remarcando la naturaleza del atentado y el sexo de las víctimas. Es una victoria feminista que deja en evidencia los silencios patriarcales de las políticas memorialistas. ¿«Lapsus memoriae»? ¿«Damnatio memoriae»?

Están en el Parlamento español y ocupan el espacio público. No son un remanente arcaico. Conviene aguzar el oído ante los mensajes misóginos lanzados por militantes masculinistas. Las amenazas vertidas contra la activista feminista Irantzu Varela constituyen un ejemplo. Suscribo el manifiesto de Alejandra Pizarnik: «Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y corazón guerrero».