Corina TULBURE
Pristina

LA VICTORIA DE VETEVENDOSJE PRESAGIA UN CAMBIO DE CICLO EN KOSOVO

Los resultados de las elecciones del pasado mes de octubre, con la sorprendente victoria del movimiento soberanista Vetevendosje (Autodeterminación), presagian un cambio de ciclo en Kosovo, gobernado hasta ahora por los herederos de la guerrilla UÇK.

Ahora hemos ganado, pero el punto de inflexión fue 2017, cuando doblamos nuestros votos», asegura Kreshnik Ahmeti, miembro de la presidencia de la formación soberanista Vetevendosje, vencedora de las pasadas elecciones.

A pesar de que tendrá que gobernar en coalición, este resultado marca un antes y un después en la política de Kosovo, aún no reconocido hoy día por varios Estados, entre ellos el español. El cambio del escenario político estará marcado en primer lugar por el alejamiento del poder de los políticos vinculados a las antigua guerrilla UÇK y a los crímenes cometidos durante la guerra, y que llevaban más de una década en el poder.

Tras el recuento final de los votos, incluida la diáspora, el nuevo Gobierno estará formado por Vetevendosje con la Liga democrática de Kosovo, de centro-derecha. “El centro político gira aquí hacia la izquierda, porque debido a las consecuencias sociales de las medidas neoliberales que se han aplicado hasta ahora, incluso un partido de centro tiene propuestas sociales», añade Ahmeti.

El Gobierno estará encabezado por el antiguo preso político y militante por la independencia de Kosovo Albin Kurti, que quiere dar un giro político en el que las demandas de los 1,8 millones de ciudadanos de Kosovo estén presentes.

El regreso a Kosovo de los jóvenes

Una prioridad para iniciar las reformas es rescatar el Estado y sus instituciones. «Lo primero es luchar contra la corrupción. Varios informes reconocen que, en Kosovo, el Estado está cautivo. El PDK (Partido Democrático de Kosovo) habían capturado las instituciones del Estado y habían colocado a su gente en todos los lugares: policía, justicia, servicios fiscales», explica Ahmeti.

El futuro Gobierno busca mecanismos para evitar que la corrupción persista. «Se promulgará una ley contra la mafia, de modo que se pueda reclamar el capital de las personas declaradas culpables».

A primera vista, el bullicio de boutiques de marcas extranjeras, coches y edificios de obra nueva sorprende en las calles de Pristina. Pero el bolsillo de los ciudadanos no lleva el mismo ritmo. La de Kosovo es una economía frágil, marcada por los incontables experimentos neoliberales que se han sucedido allí desde la década de los 90 hasta la actualidad, basada en el consumo y sostenida mediante las remesas enviadas por los ciudadanos que viven en el extranjero: «Envían más de 1.000 millones de euros cada año. Para hacerse una idea, los gastos del Estado son 2.000 millones», explica Ahmeti. No obstante, la autonomía de actuación política en el interior del país se había visto limitada anteriormente por la intervención de varios organismos internacionales, con la consiguiente marginación de la ciudadanía.

El desempleo es rampante entre los jóvenes y solo un 20% de las mujeres trabaja. «A corto plazo queremos crear un fondo soberano con fines sociales para préstamos a bajo interés. A largo plazo esperamos mejorar la educación y el sistema de salud. Los jóvenes emigraron sobre todo entre 2014 y 2015, cuando más de 100.000 personas dejaron Kosovo y pusieron rumbo a Alemania en busca de trabajo». Sin embargo, el cambio podría facilitar una reversión en el proceso, ya que muchos jóvenes que viven en el extranjero, sobre todo sin permiso de trabajo, se plantean regresar: «Planeamos un programa para garantizar trabajo durante un año a cada joven y el que el Estado pague su sueldo, para que pueda aprender un oficio».

Las negociaciones con Serbia

«No queremos un diálogo con mapas encima de la mesa», añade Ahmeti. La intención es reanudar el dialogo con Serbia tras previas discusiones con los países Occidentales para reasentar este diálogo.

Desde hace años, este ha sido el tema estrella y recurrente en Kosovo, lo que ha obviado de alguna manera los problemas económicos o sociales de los ciudadanos. En nombre de la estabilidad, se había llegado al estancamiento interno.

El Gobierno quiere dirigir ahora la mirada hacia el interior, no solo hacia Serbia. «Pensamos que es muy importante establecer un diálogo con los serbios que viven en Kosovo y las demás minorías. Vamos a evaluar los 33 acuerdos con Serbia ya firmados, cómo han sido implementados y qué impacto han tenido sobre el terreno», añade el político.

«Durante años se ha mirado a los ciudadanos de Kosovo a través de la etnicidad, y no como ciudadanos con sus profesiones y sus ambiciones. Y pensamos que es un error. No podemos incluir a las minorías si se les repite continuamente que son diferentes. Queremos encontrarnos con las minorías y hablar con ellas sobre sus problemas políticos y sociales. Creemos que actualmente la inclusión se produce solo a nivel institucional, mediante el número de escaños».

Otro asunto que se considera prioritario en las agendas políticas es el referente al pasado del conflicto. Todavía no se sabe nada sobre decenas de personas desaparecidas durante y tras la guerra de 1999, y sus familiares llevan décadas esperando una respuesta: «Siempre hemos dicho que saber dónde están las personas desaparecidas será una demanda clave en la mesa de negociaciones con Serbia».