Pablo RUIZ DE ARETXABALETA

EL «TEATRO DECADENTE Y CUTRE» DE LOS JUICIOS MILITARES EN PALESTINA

Habituado a procesos penales del Palacio de Justicia de Gasteiz, el abogado Iñigo Egiluz, vivió el mes pasado el esperpento de un juicio militar en Palestina, uno de los ejemplos de la falta de derechos de una población que vio «completamente machacada».

La primera experiencia de la situación de excepción y la arbitrariedad de la ley en Palestina la vivió el abogado gasteiztarra Iñigo Egiluz «desde el minuto uno», cuando su acompañante pasó más de dos horas en interrogatorios y cacheos en el aeropuerto Ben Gurion. Egiluz relató el pasado martes en Gasteiz su experiencia de la mano de la ONG Solidaridad Internacional, que vigila el cumplimiento de los derechos humanos de la población palestina.

Su experiencia en un juicio militar –como todos los aplicados a los palestinos– fue un terrible «teatro». «Unos tribunales que tienen una tasa del 99,7% de ‘éxito’, es brutal», señaló. Tras pasar por altas vallas que cercaban la cárcel e intensos registros, la vista se celebró en una especie de «barracón de obra», donde Egiluz describe un «ambiente decadente y cutre, lleno de militares, con la jueza gritando».

«Pasaban a los acusados con un mono granate, de tres en tres o de cuatro en cuatro» con delitos de todo tipo, «un chico que había tirado una piedra, una chica que había publicado algo per internet...».

Apenas debieron entender nada porque «se oía muy mal, todo el mundo hablaba, la jueza hacía una pregunta larga y un soldado les traducía al árabe una frase muy corta».

La escena era solo una parte de la situación de excepción total que el abogado gasteiztarra conoció a través de diversos organismos y asociaciones, donde una persona palestina puede estar detenida noventa días sin cargos –si es israelí hasta 64– o donde «si una niña palestina tira una piedra se le considera terrorista», con la responsabilidad penal establecida en los 12 años.

«A partir de los 16 años los palestinos son juzgados como adultos», explicó, y a pesar de resoluciones del Tribunal Supremo que lo limitan, los militares esgrimen órdenes especiales que quedan por encima. Recuerda que actualmente hay 190 menores de 16 años encarcelados y que desde 2000 ha habido más de 16.500 niños arrestados.

Egiluz quedó ya impactado hace años, antes de viajar a Palestina, cuando conoció los «expedientes administrativos», que permiten un periodo de encarcelamiento de seis meses, pero prorrogables indefinidamente y con razones arbitrarias. «Te detienen por nada –indica–. Estuve con un abogado de Hamas y había estado dos años, cuando salió no sabía todavía por qué», ya que el expediente es secreto y no lo puede ver ni el interesado, ni el propio abogado.

Compara su experiencia con los juicios rápidos, que funcionan como una especie de «chantaje, si te conformas te rebajan la condena». En Palestina con la práctica certeza de la condena, «muchos se conformaban porque igual ponían el juicio un año después y allí la prisión provisional no es computable a efectos de pena, con lo que se tiraban otro año más por tirar una piedra».

La incomunicación, la tortura, el aislamiento, la demolición sistemática de viviendas, el «robo del agua» son otras peculiaridades del sistema de excepción y apartheid que ha conocido de primera mano. «No apoyo la violencia pero ves eso y llegas a entender muchas cosas, porque lo vives desde que vas al colegio y te para un soldado y tienes que pasar por los check points. Vi una población que está siendo machacada».

«la solución pasa por un enfoque de derechos humanos para todos»

Junto a Egiluz, Nidal Al-Azza, director de Badil, –organización que defiende los derechos de desplazados y refugiados– relató las oleadas de desplazamientos que ha sufrido la población palestina, (Declaración Balfour, guerra de 1967, «Nakba»). Al-Azza advirtió de que no se ha detenido y que Palestina vive una «Nakba continua», con nuevas formas de desplazamiento: revocación de decenas de miles de permisos de residencia; confiscación de tierras; demolición de viviendas y denegación de permisos de construcción; negación de acceso a recursos naturales y servicios o supresión de la resistencia. Este profesor de la Universidad Al Quds recuerda que dos tercios de la población total palestina es desplazada (8,71 millones). A su juicio, más que ocupación se trata de colonialismo «que ha cambiado la demografía y la identidad de nuestro país». «Es un crimen internacional que obliga a los Estados a actuar», sostiene. Lamenta que hasta ahora el enfoque político de la comunidad internacional ha excluido la opinión de los palestinos y el enfoque humanitario que no va a la raíz del problema. Por ello propone «un enfoque de derechos humanos para todos, que reconozca el derecho de autodeterminación» y el regreso a su país de los palestinos. «Tenemos que pensar cómo influir en los gobiernos para que actúen con este enfoque». Por ello, además de defender la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), subraya la necesidad de hacer hincapié en las sanciones, como las que Occidente aplica a otros países.P.R.A.