Belén MARTÍNEZ
Analista social
AZKEN PUNTUA

La pureza de las armas

Cincuenta y dos soldadas y soldados veteranos de la ONG Breaking the Silence (BtS) muestran su rostro en la exposición de Quique Kierszenbaum, en Tel Aviv. “Expose[d]” reúne tantos retratos como años de ocupación, si se cuenta desde 1967.

Iniciativas como Yesh Gvul (Hay un límite), Refuzniks (objeción de conciencia) o Breaking the Silence (BtS), contribuyen a la desmitificación de Tsahal (fuerzas de defensa de Israel), institución militar venerada que representa a una sociedad armada, invencible y en guerra perpetua, donde «aliya» (retorno), «yishuv» (hogar) y «Eretz Israel» (la tierra prometida) constituyen la centralidad del proyecto de construcción del sionismo político.

El ejército israelí se rige por un código de conducta, «toar haneshek» (la pureza de las armas), que autoriza masacres como la perpetrada en Gaza entre diciembre de 2008 y enero de 2009, durante la operación “Plomo fundido”. Antes fue Sabra y Chatila.

Son 52. Faltan 19, si contamos desde la creación del Estado de Israel, en 1948, puesto que habitar/ocupar/colonizar Palestina es tan meritorio como observar los preceptos de la Torah.

En “Estado de sitio”, Darwish exhorta a los israelíes a liberarse de la razón del fusil mirando de frente a las víctimas, para cambiar de idea y recobrar la identidad. Tal vez, y sólo tal vez, esos retratos... .