Iñaki IRIONDO

Una apuesta política contra las matemáticas

El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, reconoció ayer que en cuestiones como los derechos de la ciudadanía, que ocupa gran parte de los textos articulados de nuevos estatutos, tienen una coincidencia con lo redactado por el experto propuesto por EH Bildu, Iñigo Urrutia. Por otra parte, pese a firmar un texto común, el PNV arrastra discrepancias sustanciales con sus socios de Elkarrekin Podemos y, sobre todo, con el PSE. Matemáticamente los jeltzales han hecho un mal negocio. Si buscaban ampliar consensos, les hubiera sido numéricamente más rentable suscribir un acuerdo con EH Bildu y Elkarrekin Podemos, permitiendo, sobre todo a los morados, incluir los votos particulares que quisieran. Y que nadie venga con el cuento de la necesidad de garantizar la viabilidad futura en las Cortes, porque está claro que ni el PSE ni el PSOE van a admitir ni en Gasteiz ni en Madrid lo escrito por Mikel Legarda.

La apuesta del PNV, por lo tanto, no es matemática –de agrandar consensos–, sino política –con quién–. Los jeltzales no quieren ningún acuerdo con EH Bildu porque, como dejó muy claro el lehendakari Iñigo Urkullu el 29 de abril de 2013, «su modelo social y económico es radicalmente diferente al del PNV», y lo dijo tras ofrecer un «pacto de país» a PSE y PP. Sabemos que los tiempos del Acuerdo de Lizarra fueron calificados por Urkullu como «un ejercicio nefasto en la política del PNV», por la rotura de puentes con el PP «y sobre todo con el PSE». Por contra, cuando el 16 de setiembre de 2013 los jeltzales firmaron un pacto de gobernabilidad con el PSE que les había echado de Ajuria Enea de la mano del PP, Urkullu saludó la vuelta «a los buenos tiempos».

Para este PNV «buenos tiempos» son ir difiriendo cualquier salto a un nuevo estatus a «la siguiente legislatura», mientras sigue mandando en las instituciones con un PSE que le llama «maximalista».