Antonio Álvarez-Solís
Periodista
AZKEN PUNTUA

El olvido

Nunca un mueble había tenido tan decisiva importancia. Ni en el Renacimiento, ni en la explosiva modernidad. Hablemos de la mesa. Un joven catalán, Pere Aragonés, la ha empleado para meter debajo a Esquerra Republicana y domesticar el esfuerzo catalán para conseguir la libertad catalana. Ahora es al parecer el Sr. Otegi el que se ha enamorado del mueble. El triunfo de la mesa ha sido arrollador.

Dos nacionalismos que nos prometían a todos los creyentes en la democracia el regalo de la libertad han decidido sentarse a la mesa, como se decía en mi tiempo cuando llegaba la hora de comer ¿Qué les ha dicho el Sr. Sánchez a los futuros comensales en esa mesa para llevar a los dos citados a la entrega anticipada del futuro de sus pueblos? Quizá nada que vaya a cumplir, pero les ha deslumbrado, quizá, ser recibidos en la Moncloa tras el saludo de la Guardia Civil con arma presentada.

Cuando salgan del palacio del poder los que entregarán sus banderas comprobarán sin remedio que no han estado sentados a la mesa sino debajo de ella. Pero Madrid habrá ganado su guerra para mantener las colonias que le quedan mientras a la puerta de la cárcel en donde Catalunya está presa una multitud española cantará lo de las Cortes de Cádiz: «¡Trágala, trágala,/ tú, servilón!/ tú que no quieres Constitución!».