Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Pavarotti»

Un monumento a la exuberancia de un gran tenor

Ron Howard aplica en este acercamiento al formato documental los mismos parámetros que utiliza en sus películas de ficción. Lo que se traduce en un largometraje en el que la figura protagonista abandera una conducta firme e irreprochable ante las adversidades.

El pobre perfil de los personajes howardianos vuelve a salir a relucir en esta obra con la que el autor de películas como “Una mente maravillosa” rinde culto a Luciano Pavarotti mediante un proyecto pulcramente elaborado pero que se queda a mitad de camino en su cometido de explorar las entrañas de un personaje casi tan inabarcable y excesivo como su propio físico. Ron Howard mide al detalle cada uno de los pasos que da en este retrato parcial de un artista tan brillante como complejo y pasa de puntillas por diversos pasajes íntimos y profesionales del que ha sido considerado como el más famoso tenor de la historia.

Los pies de barro del titán nunca son mostrados en la pantalla y el director no se parece mostrarse excesivamente valiente en su análisis fílmico debido a que, tal vez, la propia familia del artista respaldó la producción de un documental que en su estructura se nutre de imágenes de archivo, fotografías, testimonios y vídeos caseros tendentes a dar una imagen cercana y afable del retratado.

En ningún momento topamos con un análisis punzante a la hora de profundizar en episodios muy farragosos relacionados con la conducta de Pavarotti con las mujeres y todo queda resumido en que eso era algo inherente a la propia y compleja personalidad de un genio.

Los aficionados del Bel Canto y, sobre todo, la legión de seguidores incondicionales de Pavarotti sin duda disfrutarán de esta producción en la que destaca su apartado audiovisual. Por todo ello, precisamente, el tenor italiano todavía aguarda un documental definitivo y menos complaciente.