GARA
BAIONA

Los «artesanos» velaron las armas que la Policía gala no supo guardar

La revista francesa “Le Point” sorprendía esta semana con una impactante historia sobre el devenir de una parte del arsenal del que se desprendió ETA, con la colaboración de la sociedad civil, el 8 de abril de 2017 en Baiona. Según esta información, unos policías robaron un lote de armas y municiones y crearon un depósito clandestino en Arras.

La revista francesa “Le Point” ha publicado una rocambolesca información que pone cuanto menos en entredicho la custodia por parte de la Policía francesa del arsenal de ETA.

Mientras que alrededor de doscientos ciudadanos vascos pasaron horas velando ocho lugares en que se depositaron las armas de ETA, la información de “Le Point” pone de manifiesto que la custodia posterior de esos arsenales por la Policía gala fue todo menos diligente.

El entonces fiscal de Baiona, Samuel Vuelta-Simon, quien visitó alguno de los escenarios del desarme y, ya en el tribunal baionarra, recibió el documento con el inventario de las armas, aseguró que ese arsenal fue destruido, aunque apuntó a que podrían haberse guardado algunas armas «por si fuese necesario para alguna investigación».

De la destrucción de explosivos tuvo conocimiento la sociedad, de forma un tanto sorprendente. Efectivamente, en agosto de 2017, Alexandre Bordes, el alcalde de la pequeña localidad bajonavarra de Erango salió a la palestra para denunciar los daños causados en la iglesia local por la voladura controlada de explosivos de ETA en una cantera de la localidad. La Prefectura confirmó que esa operación se había llevado a cabo al día siguiente del desarme en Baiona.

Esta nueva revelación, sin embargo, hace pensar en que no se completó del todo esa labor de custodia y destrucción de los arsenales de ETA, ya que algunas armas fueron a parar a manos de policías que las almacenaron clandestinamente.

De acuerdo a lo publicado por “Le Point”, un lote de un centenar de armas y municiones fue en realidad sustraído para ser almacenado en un depósito prefabricado del centro especializado en la neutralización de explosivos situado en Arras, localidad cercana a la frontera belga.

Con armas de otro origen

Un artificiero de la Policía habría transferido las armas a su comandante, que las almacenó en dicho depósito, del que era responsable. Las armas no fueron destruidas según el protocolo, y también se rompió la cadena de custodia.

Así, siempre según esta información, los agentes se hicieron con un generoso lote que incluía un buen surtido de armas –el periodista cita pistolas Magnum 357, subfusiles M4 y hasta un fusil Kalashnikov–, municiones y cerca de 80 detonadores.

Además incorporaron al depósito clandestino otras armas «aprehendidas en operaciones contra bandas de delincuentes», según detalla “Le Point”.

Una fuente anónima fue la que puso sobre la pista a la Policía Judicial de Lille y a la «policía de policías», la IGPN. La investigación sobre lo ocurrido empezó en setiembre del año pasado, cuando se destapó la existencia de ese «arsenal policial» nutrido en buena parte a partir del desarme de ETA.

La cámara de vigilancia del local se averió sospechosamente. Los encargados del particular «zulo» no contaban, sin embargo, con que una segunda cámara registrara la inutilización de la primera. Ante las evidencias, optaron por reconocer los hechos. La defensa de los policías se basó en remarcar que sentían «pasión por las armas». La investigación se cerró después de que los agentes asumieran la acusación de «desvío de materiales precintados», con lo que evitaron que se les acusara de «tráfico de armas».

El periodista que firma la información de “Le Point”, Aziz Zemouri, concluye confesando su sorpresa porque «desconocíamos que pudieran existir personas que sintieran pasión por los detonadores de ETA».