Raimundo Fitero
DE REOJO

Pastillero

Escribo en defensa propia. Estoy de manera taxativa contra la polimedicación. Con cuatro pastillas diarias no eres poli, pero con cinco, entras en una definición catastrofista. Los informes que se publican con la vocación espontánea de contaminar el ambiente hasta perder el discernimiento no son fruto de investigaciones neutras pues están auspiciadas por grupos farmacéuticos o por instituciones dependientes de gobiernos. Somos consumidores excesivos de medicaciones prescritas por facultativos médicos. El entrar en el rubro de polimedicado es una cuestión numérica que se compadece con la urgencia resolutiva, la prevención secular y una concepción de la salud, la medicina y el bienestar que basada en minimizar los riesgos a base de neutralizar las posibilidades de regeneración y lucha contra los síntomas desde otra intervención no masiva e industrial y mucho más personalizada. Es una medicina capitalista, neoliberal, basada en la intervención de los fármacos de manera extensiva y presentados como la única solución posible al menor síntoma. Si entendemos que las farmacéuticas son multinacionales que movilizan cantidades ingentes de dinero, que deben ganar más para satisfacer a los accionistas, la pregunta es, ¿por qué motivo van a querer curarnos de nada? Si nos curaran el negocio se estancaría o desaparecería por lo que se trata de polimedicarnos para mantener los síntomas en un equilibrio constante de nuestro consumo de medicamentos. Las consecuencias que ahora nos alertan son claras, en el terreno hospitalario y de sanidad pública, crea disfunciones y alteraciones de difícil canalización, al igual que nuestra dependencia del pastillero nos mantiene esperando al camello de la receta digital. Con los mayores de sesenta y cuatro años se ceban los químicos y los galenos para ir sumándole unidades a su pastillero.