GARA
IRUÑEA

Las «segundas generaciones» tienen poca relación con los «autóctonos»

Un estudio sobre los jóvenes de «segunda generación», los que tienen al menos un progenitor de origen extranjero, concluye que la sociedad de la CAV camina hacia una diversidad «en armonía», pero matiza que aún son poco frecuentes las relaciones entabladas entre estos jóvenes y los de «ascendencia autóctona».

Un informe del Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, para estudiar a las denominadas «segundas generaciones», hijas e hijos de personas de origen extranjero que o bien han nacido en el Estado o bien han sido reagrupados con cuatro años o menos, destaca que «todavía no es muy notoria» la presencia de estos jóvenes y, por consiguiente, tampoco son muy frecuentes las relaciones entabladas entre jóvenes de ascendencia autóctona y extranjera.

Aunque ese contacto no sea muy manifiesto, los autores del informe, Maddalen Epelde y Oier Otxoa de Aspuru, han detectado los factores que pueden favorecer ese contacto: el idioma, el ámbito educativo, la cultura y la edad de llegada.

En el caso del primero, los latinoamericanos parten con ventaja al conocer uno de los dos idiomas oficiales. En cambio, en el caso de individuos de otras procedencias que en un principio parten de la realidad de no conocer ninguno de los idiomas, el estudio señala que «podrían redirigir esta desventaja a su favor», ya que el esfuerzo obligado de aprender la lengua les «podría incentivar a aprender ambos idiomas, incluso a decantarse por el euskara, idioma que produce, en no pocas ocasiones, mayor simpatía entre la población autóctona».

En la educación, el estudio considera que es vital que el profesorado propicie relaciones normalizadas entre el alumnado, cosa que algunas veces se ha visto que no se hacía. Por parte de los progenitores (autóctonos) también se detecta un rechazo a que sus hijos e hijas puedan compartir clase con una persona de ascendencia extranjera, y por ello deciden hacer la matrícula en centros privados o concertados a los que los progenitores migrantes normalmente no pueden optar por tener un nivel socioeconómico más bajo.

«Nos encontramos con otra división que tiene que ver con el nivel socioeconómico y hace que la relación entre jóvenes de ascendencia autóctona –nivel socioeconómico medio-alto – y extranjera –nivel socioeconómico medio-bajo– se vea dificultada», concluyen los autores.

También se habla de un choque cultural que en algunos casos se ha visto que actúa como impedimento a la hora de establecer relaciones entre la diversa juventud vasca. Además, se recalca la ausencia de relación entre personas de ciertas ascendencias foráneas y autóctonas debido a las diferentes concepciones respecto a las relaciones entre géneros.

Por otro lado, se comenta que la propia cultura vasca tampoco facilita la creación de vínculos con otras personas, ya que las cuadrillas son muy cerradas y una vez formadas es difícil acceder a ellas.

Como último factor se hace alusión a la edad de llegada. Así, aquellas personas de «segundas generaciones» tendrían más facilidades a la hora de integrarse en la sociedad y entablar relaciones de naturalidad con sus pares. En cambio, quienes llegan más tarde presentan mayores dificultades, ya que por un lado no se han relacionado con la población autóctona desde pequeños y por otro lado no manejan bien los idiomas autóctonos.

El estudio señala que la juventud de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa «valora las relaciones que ha tenido o mantiene con las segundas generaciones de forma positiva», como una oportunidad para «conocer diferentes culturas y una riqueza». Así, con aquellas personas que han nacido en Euskal Herria se habla de que son «una más».