Belén Martínez
Analista social
AZKEN PUNTUA

Brechas, memorias y revelaciones

En febrero de 1966, tres mil obreras de la Fábrica Nacional de armas de guerra de Herstal (Bélgica) iniciaron una huelga, para exigir la aplicación del artículo 119 del Tratado de Roma, que establecía la igualdad salarial de hombres y mujeres en la CEE. La práctica totalidad de los obreros de la cadena de producción secundaron la huelga. 12 semanas después, volvieron «victoriosas» a sus puestos de trabajo. Su lucha tuvo una gran repercusión internacional.

En junio de 1968, ciento ochenta y siete maquinistas costureras de la fábrica de Ford de Dagenham (Essex) hicieron huelga por la igualdad salarial. Fue un combate contra el patrón, sus maridos y los propios sindicatos.

Entre 1984 y 1994, las trabajadoras de Confecciones Gijón (camisas IKE) protagonizaron una lucha laboral sin precedentes –los últimos cuatro años encerradas en la fábrica–. No cobraban ni el salario mínimo. A las trabajadoras de la conservera Charpo (del clan de los Charlines), las obligaban a continuar la jornada laboral hasta altas horas de la madrugada. Se plantaron contra la patronal y el narcotráfico.

Según el Foro Económico Mundial, tendrán que transcurrir cien años para alcanzar el objetivo de la igualdad salarial. Toda una vida por delante. Cien años para no resignarse. Para no olvidar.