EDITORIALA
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Es mejor parar, hacerlo bien y ordenadamente

Nadie plantea apagar el país, quedarse en casa viendo la tele, luego es mejor abandonar las premisas falsas para poder dar un debate honesto y productivo. Lo que se plantea es cerrar ordenadamente toda actividad que no sea sustancial para hacer que el plan general funcione. El mantenimiento habitual de la producción industrial y los servicios pone en riesgo algunos de los logros del confinamiento. En todos los escenarios va a llegar un momento en el que se cierre parte de la producción industrial. Lo han hecho donde la estrategia que se sigue aquí ha funcionado. Pasó en Wuhan y ha sucedido desde este fin de semana en Italia, tras el recrudecimiento de la crisis. De hecho, una gran parte de las empresas vascas ya han adaptado su producción, en la mayoría de casos a través de acuerdos entre trabajadores y dirección, con protocolos y en base a criterios de salud y viabilidad. Sin ayuda ni de la administración ni de la patronal. Con sentido común y por el bien común.

Por otro lado, ni muchas empresas ni la administración pueden garantizar en este momento el suministro de los complementos necesario para garantizar la seguridad de las plantillas es tan evidente como que, si pudiesen, deberían enviar todo ese material a hospitales y residencias, porque allí faltan elementos de protección. Los que curan y cuidan deberían ser la prioridad.

El debate sobre cierre de la producción tiene otro asociado. Al miedo al virus se le suma el pánico a perder el trabajo, la falta de recursos para hacer frente a las facturas, o el riesgo de perder cosas básicas como la vivienda, una alimentación suficiente o el bienestar de los menores. El objetivo de las instituciones debería ser diseñar un cierre ordenado y un plan para afrontar sus consecuencias.

En esta crisis, si alguien necesita un rescate, son las familias, los y las trabajadoras, y el tejido industrial y comercial a pie de calle.