Koldo Campos
Escritor
AZKEN PUNTUA

Normalidad

Que podamos volver cuanto antes a la normalidad es el deseo más compartido en el mundo. Volver a la normalidad de nuestras vidas, volver al trabajo, a la escuela, al paseo, a la panadería, a la parada del urbano, a reencontrarte con la familia, con los amigos... volver a la normalidad.

No es por avinagrar el vino del festejo pero, cuando volvamos a la normalidad, me gustaría recordar que seguirán siendo normales los casi dos millones de personas que mueren al año en el mundo de cáncer de pulmón, como el millón y medio que mueren de diabetes y hepatitis, o el millón y cuarto a los que mata la tuberculosis y la malaria, para no hablar de los 25 mil muertos diarios de hambre en el mundo, tan normales como los millones de menores sin escuela deambulando por las calles, oliendo pegamento, convertidos en mineros o en sicarios, menores buceando en vertederos…

Esa «normalidad» en la que deseamos reinstalarnos, y yo me incluyo en el deseo, no debería ser la misma. Sobrecoge pensar que esta experiencia colectiva tan dura se incorpore a la «normalidad» que venga con la misma indiferencia de entonces, que nada hayamos aprendido, porque esa «normalidad» a la que nos hemos habituado es tóxica. Yo quiero una «normalidad» que no me avergüence de mi condición humana y que me permita respirar la vida sin joder a nadie.

(Preso politikoak aske)