Alberto Castro
Periodista
LAS BOLSAS ANTE LA CRISIS

Estado de conmoción

Las bolsas se mantienen en estado de conmoción, golpeadas por una crisis sin precedentes y, por ahora, con insuficiente visibilidad sobre la magnitud de sus efectos. La pandemia ha puesto en jaque a todas las economías occidentales, que se ven abocadas a sufrir recesiones, a pesar de los gigantescos estímulos aprobados en las últimas dos semanas.

Las bolsas, en clave alcista al comienzo del año, solo entendieron el gran riesgo de la pandemia para la economía global cuando mostraba su peor cara en Italia, después de haber pasado de puntillas sobre las primeras semanas de la aparición del brote en China, donde las drásticas medidas para confinar a la población, restringir los movimientos y el parón económico aparecían como algo no aplicable a Occidente.

Ahora, tratan de salir del agujero, al que llegaron de forma muy rápida, con caídas históricas en los grandes índices de Nueva York y un hundimiento generalizado en todo el mundo. Los inversores se preguntan cuándo terminará la pandemia y cuándo se dejará atrás el confinamiento en muchos países, el cierre de fronteras y la suspensión de la actividad de las empresas para recuperar la normalidad.

Mientras tanto, las bolsas sobrellevan el temporal de pérdidas con los paraguas ofrecidos por los bancos centrales, los gobiernos y organismos internacionales, que han puesto sobre la mesa medidas monetarias y fiscales desconocidas por su enorme alcance.

En Estados Unidos, la Reserva Federal ha sacado todo su arsenal para devolver la tranquilidad a los mercados financieros: tipos de interés al 0%, compra ilimitada de renta fija y un aviso de que usarán todas las herramientas necesarias. Además, el gobierno ha dispuesto un plan de hasta 2,2 billones de dólares para estimular la economía, con medidas para auxiliar a las empresas, trabajadores y compañías aéreas.

En Europa, también se ha sacado la manguera del dinero. El BCE ha aprobado un plan de emergencia para inyectar liquidez, al menos hasta final de año, dotado con 750.000 millones de euros. Podrá comprar deuda a su criterio, librándose de las limitaciones anteriores que obligaban a tener en cuenta el peso de los países. Los siguientes pasos podrían ser la entrada en juego del MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad), todavía no se sabe de qué manera, y la ansiada emisión de eurobonos solicitada por nueve países, que mutualizan los riesgos y aliviarían, y mucho, la presión financiera de los más castigados por la crisis. Esta última posibilidad, sin embargo, está recibiendo una rotunda negativa de los países del norte.

Todas estas medidas, sumadas a otras de ámbito fiscal y económico, no han conseguido tranquilizar a las bolsas, a pesar del rebote de esta semana. Y es que el estado de conmoción persiste, después de encajar fuertes desplomes desde sus máximos y estar también a merced de la incertidumbre sobre el final de la pandemia y sus efectos reales en la economía, más perniciosos si se alarga el parón de la actividad. En Wall Street, el Dow Jones cerró el viernes un 27% por debajo de sus máximos históricos de febrero. El S&P, por su parte, retrocede desde su techo histórico un 25%; y el Nasdaq Composite, un 24%. En el Ibex, que superaba en febrero los 10.000 puntos, su nivel más alto desde mayo de 2018, registra una caída del 33% con el cierre del viernes.

Además, el paso de los días y la propagación de la pandemia -disparada ahora en Estados Unidos-, dejan poco margen a la esperanza de una pronta superación. En este contexto, no cesan de aparecer proyecciones sobre su impacto en el crecimiento del PIB. Aunque se da por hecha la recesión en un gran número de países, varían las cifras de ese daño, según las fuentes y la fecha de sus estimaciones. Para la OCDE, cada mes de confinamiento, con sus correspondientes factores de contención de actividad económica y restricciones, supondrá una caída del 2% en el PIB mundial. En el caso de la zona euro, de acuerdo a S&P, el PIB bajará este año un 2%, mientras que el Estado español sufrirá una contracción del 2,1%. La última aportación, de Fedea y BBVA, prevé una caída de entre el 0,6% y el 4,5% para el Estado español, pese a las medidas para luchar contra el coronavirus.