Raimundo Fitero
DE REOJO

Cuesta más

Cada día cuesta más poner en marcha la intangible maquinaria de juntar las letras para procurar hacer un conjunto de palabras y signos que tengan alguna coherencia y que ayuden a este tránsito por la incertidumbre y la desazón. Cada día cuesta más entender la situación en términos políticos o económicos. La parte sanitaria ha entrado en una fase de desaceleración de la presión estadística, cuando la preocupación se coloca en las decisiones erróneas o insuficientes y la carga de la prueba se mueve de lugar y la ceremonia de la culpabilidad se convierte en un tic casi religioso. Está mal decirlo, pero siento conmiseración por los responsables de ciertos departamentos de los gobiernos, me gusten o no sus posturas previas a la crisis.

Cuesta más, o mucho más, creerse ciertas cifras que se aportan sin ningún soporte que garanticen su verisimilitud. Ya sean internas, externas, globales, sintéticas, pormenorizadas, sectorializadas o absolutas, la actitud primera es pensar que se ocultan datos, que se utilizan sistemas diversos para no acceder a la verdad ya sea por prurito patriótico o para no aumentar el pánico. Cuesta más saber si lo oportuno, lo bueno, lo ideal es mantener una actitud en el relato que ayude a fomentar la creencia en una mejora o lo adecuado es que, sin cargar las tintas, ni crear alarmismo, comunicar la auténtica tensión científica existente, las previsiones reales de la comunidad mundial, que según y cómo se deja entrever desde algunas instituciones, falta todavía un buen trecho para poder ser optimistas sin reticencias.

Y si se mira el mapamundi cuesta todavía más calmar el ánimo, porque resulta que hay continentes por los que todavía no ha pasado la más mínima acción de diagnosis fiable. Las mejoras en el medio ambiente dejan una huella de asombro de difícil asimilación.