Carlos GIL
Analista culturtal

Resistencia

Las declaraciones sin decreto, sin escritura en los boletines oficiales no solucionan nada o casi nada. La Cultura, y las Artes Escénicas en particular, están sufriendo de manera directa los efectos del confinamiento general. Cese de actividades en un sector que está muy en precario en todos sus vectores económicos y laborales. Además, existe una excepcionalidad estructural. El régimen de artistas para la cotización de los trabajadores del medio. Ahora es el momento en que se deben implementar todas las medidas necesarias y urgentes para que no se cercenen de manera definitiva vidas profesionales particulares y colectivas. 

La recuperación de la actividad tardará en volver a la normalidad unos cuantos meses. La parte contratante, en su mayoría funcionarios o contratados laborales de las administraciones, se supone podrán reemprender sus funciones sin mayores problemas, pero es la parte mollar, la de los artistas y técnicos de las compañías privadas que son la inmensa mayoría, los que no tienen ninguna seguridad en estos momentos.

Nadie ha dicho nada de los contratos anulados por causa de la pandemia. O se pierden o se aplazan, pero ¿para cuándo? Todo ello sin contar con la otra parte del hecho teatral: los públicos,  y viene la gran pregunta: ¿estarán dispuestos a volver a las salas o se lo tomarán con calma? Estamos ante una resistencia casi imposible, muy condicionada por el propio sistema de producción y exhibición.