Ibai AZPARREN

CACEROLADA CONTRA EL ALARDE MILITAR

SIGUIENDO LA CAMPAñA DE BLANQUEAMIENTO DEL EJÉRCITO ESPAñOL, UN CONVOY MILITAR PATRULLÓ LAS CALLES DE ALDE ZAHARRA DE IRUñEA ACOMPAñADO POR LA POLICÍA MUNICIPAL. VECINOS RESPONDIERON CON UNA CACEROLADA Y RECORDARON QUE PARA DETENER LA PANDEMIA HACEN FALTA MÁS SANITARIOS, NO MILITARES.

Una plataforma itinerante terrestre del Ejército español llegaba a Iruñea ayer por la mañana. Tres URO MT-149-AT de casi 3.000 kilos, acompañados de vehículos ligeros y escoltados por la Policía Municipal, formaron el convoy que recorrió Estafeta, Carlos III y la Plaza del Castillo antes de detenerse en la Plaza Compañía de Alde Zaharra de la capital vasca.

Según informó a GARA la delegación del Gobierno español en Nafarroa, se trataba de la operación Balmis, en la que el Ejército iba a colaborar en la jornada de ayer con las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad del Estado en los controles fronterizos.

Sin embargo, también patrullaron las calles de Iruñea, donde estaba previsto que realizaron un reconocimiento de infraestructuras críticas, como estaciones de tren o de autobuses, a lo que sumaron su presencia en Alde Zaharra para realizar controles a los viandantes para comprobar los motivos de su presencia en la calle.

Preguntado por estas identificaciones, la Delegación del Gobierno español explicaba que «no conoce los criterios de actuación del Ministerio de Defensa», pero que puede que «ayuden en labores de vigilancia a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado».

Asimismo, aclaraba que no realizaron labores de desinfección, pues de esta tarea se encarga en exclusiva la Unidad Militar de Emergencias (UME). Y añadía que el Ejército terrestre también se encarga del traslado de camas y taquillas a la residencia María Auxiliadora de la Txantrea, sin especificar qué labor desarrollaron ayer los militares españoles que se desplegaron en Alde Zaharra.

Esta inusual presencia de un comboy del Ejército extendido en la Plaza Compañía no pasó desapercibido para los residentes del barrio. Sobre las 13.30 horas, cientos de vecinos salieron a los balcones para denunciar las patrullas de militares que se desplegaron en la ciudad. El espíritu antimilitarista navarro hizo de esta forma acto de presencia para denunciar que en esta pandemia no hacen falta militares, que lo que hace falta es personal sanitario.

Caceroladas, cánticos de «que se vayan de una puta vez» acompañados con solos de trompeta y otros instrumentos, además de gritos de «alde hemendik, utzi bakean» sonaron en los balcones y ventanas y tomaron forma de protesta. Esta vez a distancia.

De esta manera, los vecinos de Alde Zaharra recordaron a los militares españoles que han llegado a la tierra de la insumisión y que diatribas militares como las del Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Miguel Ángel Villarroya, intentando llevar al terreno bélico la situación de crisis sanitaria, resultan delirantes e insultantes para la gran mayoría de la ciudadanía vasca.

Ayer, a transformar el virus en un enemigo de connotaciones bélicas se sumó el despliegue del Ejército español en tierras vascas para la realización de labores de una dudosa eficacia sanitaria pero sí de una decidida intención propagandística que, como se comprobó ayer, en Iruñea no ha dado resultado.

Sin previo aviso

Tras conocer que el Ejército español había patrullado Iruñea, EH Bildu lo rechazó como «un claro caso de abuso de autoridad». Por ello, el grupo municipal de la coalición soberanista presentó una queja formal por este comportamiento ante la Junta de Portavoces del Ayuntamiento de Iruñea, pues considera que estas «persecuciones no ayudan a paliar y eliminar las graves consecuencias del coronavirus que está sufriendo nuestra ciudad y, muy al contrario, crean un clima de desasosiego entre buena parte de la población».

EH Bildu informó de que este «despliegue» no fue comunicado a los grupos municipales del Consistorio de la ciudad, cuyo alcalde, Enrique Maya, solicitó el 23 de marzo al Gobierno español que el Ejército se sumase a las tareas de seguridad «si fuera necesario». Sin embargo, ante la falta de desórdenes, los militares corroboraron con su retirada –en la que hicieron sonar el himno español a todo volumen–, que su parafernalia no responde más que a un ejercicio de blanqueamiento.