Txisko FERNÁNDEZ

Modelos científicos en manos de políticos que toman decisiones

Los escenarios que se están diseñando para la salida gradual del confinamiento se pondrán en marcha en base a modelos epidemiológicos realizados por expertos en la materia. Pero esos modelos que están analizando, o simplemente contemplando, los cargos políticos que tomarán las decisiones finales no están siendo difundidos para que también puedan ser valorados por la opinión pública.

Una falta de transparencia que resulta incomprensible no solo porque impide el debate democrático en una sociedad que no necesita de ningún tipo de paternalismo en plena crisis sanitaria, sino porque además no se puede presuponer que la mayoría de esos dirigentes tenga conocimientos más profundos que el resto de la gente en epidemiología, medicina general o matemáticas avanzadas.

«A menudo se toman decisiones con criterios políticos y no científicos, y esto es muy peligroso». Este comentario es de Salvador Macip, doctor en Medicina, investigador y profesor de Estudios de Ciencias de la Salud en la Universitat Oberta de Catalunya (UOB). En una entrevista publicada por la propia UOB, Macip añade: «La crisis que estamos pasando actualmente parece sacada de un libro, pero lo cierto es que los expertos llevaban muchos años avisando de que viviríamos una pandemia así. (...) Todos necesitamos un poco más de cultura científica de base para que estas cosas no nos cojan tanto por sorpresa».

Y es que, aunque algunos términos ya nos resulten familiares, como el de las dichosas “curvas” y los ansiados “picos”, hacer pronósticos sobre la tendencia que seguirán esas preocupantes líneas no es sencillo.

Estudios complejos

Los datos sobre los casos de contagio, hospitalización, fallecimientos relacionados con el Covid-19... ya están siendo usados para hacer predicciones por parte de quienes tienen experiencia en epidemiología. Pero no son suficientes para desarrollar con total garantía un modelo en que se vislumbre el futuro que nos espera a corto plazo.

Además, la recogida de esos datos no puede hacerse a la ligera. Por ejemplo, el grupo de investigación MUNQU de la Universitat Politècnica de València retiró ayer el modelo que había colgado en su web el 1 de abril después de enterarse de que, en sus últimos informes diarios, el Ministerio español de Sanidad está sumando bajo el epígrafe de “datos acumulados” los que envían algunas comunidades autónomas referidos a “personas ingresadas a fecha de hoy”.

Debido a ello, este grupo opina que «cualquier estudio que esté utilizando estos datos debe revisarse; en particular, el nuestro». No obstante, en estas páginas incluimos dos imágenes del estudio para reflejar por qué incidimos en que estas cuestiones son complicadas de entender.

No vamos a desentrañar las complejas fórmulas utilizadas en su “Modelización epidemiológica del Covid-19 para España” del 1 de abril pero, aunque sus cálculos tengan que ser revisados, sí citaremos que a la pregunta «¿Cuándo podremos salir de casa?» respondían con dos escenarios posibles: uno «favorable» y el otro «desfavorable».

El punto de partida de ambos era el de una salida escalonada del 25% de las personas en cuarentena cada siete días desde el 1 de mayo; es decir, el 1, el 8, el 15 y el 22 del próximo mes. Eso sí, asumiendo que seguiremos «tomando precauciones para evitar contagios», como el distanciamiento social.

Este grupo de investigación subrayaba que, para ajustar los modelos, faltan datos «cuyo desconocimiento son parte de la incertidumbre», como el número real de infectados que hay, incluyendo los asintomáticos.

Con esas mismas carencias, el viernes los investigadores Joel López y Oriol Mitjà difundieron una propuesta de intervenciones de salud pública para la “Salida coordinada del confinamiento”, que han remitido al Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya y al Ministerio español de Sanidad.

Convivir con el virus

Consideran que el escenario «más probable» es que la transmisión del SARS-Cov-2 «no se pueda eliminar a corto plazo y que se originen brotes recurrentes» los próximos meses, por lo que defienden un «desconfinamiento secuencial». En primer lugar, de «las personas más jóvenes y sanas», siempre vigilando «que esto no supone un impacto sobre el sistema de salud»; mientras, abogan por mantener en casa por más tiempo a las personas en riesgo que aún no están infectadas. Se deja para una segunda fase la apertura de colegios y de la hostelería. La tercera sería la apertura de los negocios que no son considerados servicios básicos.

Ello acompañado de un análisis de la población mediante la prueba rápida serológica (que detecta la infección ya superada) para conocer la prevalencia real de la infección. Esta prueba se obtiene en 15 minutos. Plantean que «se ofrecerá un certificado de inmunidad a ciudadanos que ya hayan pasado la infección».

Y hay un tercer «paquete de trabajo» para «controlar la aparición de nuevos casos y focos de infección».

Un esquema que encaja con los anuncios que está haciendo ya el Gobierno de Italia, donde «la curva ha comenzando a descender» después de una semana de estabilización, dando lugar a una figura de «meseta», como expresó el domingo el jefe del Instituto Superior de Salud, Silvio Brusaferro.

El plan de reactivación elaborado por las autoridades italianas contempla una nueva fase, un período de «convivencia» con el coronavirus y de reanudación gradual de la actividad productiva.

Se resume en cinco puntos: uso generalizado de mascarillas; respeto «escrupuloso» del distanciamiento social en los espacios de la vida cotidiana y lugares de trabajo; red de hospitales consagrados al Covid-19 que permanecerán abiertos una vez pasada la crisis para contrarrestar eventuales brotes; el refuerzo de las redes sanitarias de base; y la puesta en marcha de una aplicación de teléfono móvil para cartografiar los movimientos de las personas que sean diagnosticadas positivas durante las 48 horas previas a la infección y, también, para favorecer el seguimiento médico a domicilio.