Iñaki Lekuona
Periodista
AZKEN PUNTUA

Medalla

El 8 de mayo, aniversario de la capitulación nazi, marca el final de la II Guerra Mundial en Europa. De ahí que sea festivo en la República francesa, país que había capitulado ante esos mismos nazis cinco años antes tras fracasar en lo que se llamó la batalla de Francia. Allí combatió un tal Charles de Gaulle. Emmanuel Macron, ese gran neoliberal patriota, conmemoró la fecha de la victoria con un tuit en el que sólo podía verse una tricolor ondeando al viento. Para la segunda, la de la derrota, decidió acudir ante el monumento a los muertos en Dizy-le-Gros, en el noreste del hexágono, un pueblo de menos de un millar de habitantes en el que el presidente ofreció un discurso sin público en el que insistió en que la pandemia es una guerra: «De Gaulle nos dijo que Francia es fuerte cuando se mantiene unida». Y claro, el virus ya está temblando. Por esto, y porque además Macron ha anunciado que los sanitarios recibirán una «medalla al compromiso» de gran potencia antivírica. Pero cuando le han respondido que el trofeo puede metérselo allí donde amarga el pepino y que lo que hace falta son medios, el presidente ha respondido secamente con un «si no quieren la medalla, no la acepten». Lo cual sería un error: siempre estaría bien pender a alguien de ella, pero aquí son más de cortar de de colgar. Aunque al parecer ya se les ha olvidado.