Igor FERNANDEZ
Sicólogo
SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

Hasta aquí llegamos... por el momento

Desde el pasado marzo vengo escribiendo en estas líneas y hoy me despido, por el momento. Por esa razón, lo primero de lo que querría hablar ,en este privilegiado espacio, es de agradecimiento.

Agradezco a todas las personas que habéis escrito, plasmando en vuestros mensajes lo que muchísimos otros pensaban y sentían, y hacerlo cuando era muy difícil poner palabras. Supongo que, en situaciones difíciles, cuando todos querríamos escondernos, siempre hace falta que alguien dé un paso al frente hablando de sí, arriesgándose más allá de la vergüenza o la parálisis del miedo y lo haga por propia voluntad, para que los demás no nos sintamos solos por dentro, perdidos, asustados. Para que podamos apoderarnos de lo que nos hace sentir y pensar la vida y, finalmente, dar nuestro propio paso al frente.

Por eso quiero agradecer a quienes habéis leído estas líneas el hecho de dar esa oportunidad a vuestros vecinos y a los desconocidos. Y como uno más, a mí también me habéis dado la oportunidad de pensar y plasmar mi pensamiento, en una época en la que el pensamiento corría el riesgo de ser secuestrado por el impacto de la emoción, y eso ha sido muy importante para mí.

Aquí hemos hablado de miedo, de incertidumbre, de confusión, de conflicto, de reclusión pero, sobre todo, se ha hablado de amor. Amor interrumpido por esta enfermedad, más o menos directamente, amor en el intento de hacer mejor las cosas para los hijos, estuvieran cerca o lejos; amor por los propios detrás de intentar sostener un negocio; amor por los que se han ido, por los que quedan, por nosotros y nosotras mismas. Y, en mi humilde opinión, intentar preservarlo por encima de todo, nos ha permitido actuar, seguir, buscar; y es eso lo que no nos puede quitar ningún estado de alarma, ninguna enfermedad.

Probablemente ahora nos espera una dura etapa en la que tendremos que seguir lidiando con algunas de esas sensaciones desagradables de más arriba, y recordar lo que se ha dicho en este espacio ayudará. Pero antes de seguir batallando, no podemos olvidarnos de celebrar aquello que amamos.

El riesgo ahora es que nos secuestre el enfado o la frustración y eso nos impida afianzar, valorar y recordar suficientemente los recursos que sí hemos puesto en marcha para sobrevivir durante este tiempo extraño.

Así que, antes de entrar en las grescas o en el recuento de pérdidas, necesitamos celebrar que seguimos aquí, volver a vernos, celebrar bañarnos en el mar o el olor del café en la plaza del pueblo, que, como grupo, estamos saliendo de esta –aunque haya habido pérdidas–. Celebrar. Si no, ¿para qué? Solo celebrando podremos seguir luchando…

Eskerrik asko, bihotzez, eta zaindu.