Iñaki Lekuona
Periodista
AZKEN PUNTUA

Como dios

A medida que perdían pelo, nuestros antepasados fueron recubriéndose de preguntas que crecían a la velocidad de la consciencia. Y en algún punto de ese proceso nació dios, como respuesta a tantas cuestiones sin solución. Y desde entonces hemos vivido gobernados por un cielo a donde este fin de semana Donald Trump ha enviado a un par de astronautas a lomos de un ángel moderno y privado, quizá con la misión de certificar que la tierra es plana como un dólar y que en absoluto descendemos del mono, salvo los afroamericanos, que fallecen por parada cardiorespiratoria. A dios en cambio lo mató la ciencia. Lo cual es una gran desventaja porque a su funeral han regresado esos demonios llamados incertidumbres, y en gran número. Y como ya no existe ningún gran plan, en estos tiempos de crisis no hay epidemiólogo ni epistemólogo que nos dé certezas. Por ello algunos se afanan en convencernos de que el altísimo no ha muerto, de que quizá solo esté de vacaciones, tumbado como dios al pie de una sombrilla en las playas dinámicas de Lapurdi. Lo que es seguro es que no está en las iglesias de la República, cerradas ante la indignación sacerdotal, porque cómo es eso de que se reabran escuelas y no templos sagrados. Hoy, lunes de Pentecostés, las campanas volverán a redoblar con las iglesias atestadas: en cuanto a resurrección y a certidumbre, tienen dos milenios de experiencia.