Belén Martínez
Analista social
AZKEN PUNTUA

El grado cero de la democracia

En una carta a Arnold Ruge, dice Marx que la vergüenza es ira vuelta contra una misma, y que si una nación entera se avergonzara sería como un león que se encoge para saltar. En la misiva afirma que la vergüenza ya es una revolución. No tengo yo muy claro que la vergüenza que suscita la exhibición indecente de chulería y fanfarroneo en el Parlamento español sea el prolegómeno de una incipiente revolución.

La denominan comisión de reconstrucción. Más bien parece telecracia de pan y circo, para no abordar lo que de verdad importa, es decir, que una pandemia nos azota y miles de vidas se apagan; que fábricas se cierran; que economías familiares se extinguen; que chiquillas bostezan de hambre; que un ingreso mínimo vital no es ninguna «paguita».

Mientras sus señorías se entretienen jugando a paso palabra, el cabo Marco Antonio Santos ha sido expulsado del Ejército por defender la plena democracia y la República, y por haber firmado un manifiesto antifranquista.

¿Por qué no optar por el silencio frente a la dialéctica de los puños y las pistolas falangista? Un silencio elocuente, una detonación silenciosa que no nos convierta en «izquierdita cobarde». No confundamos un ramo de lavandas moradas y madreselvas blancas con la primavera.