Los medios han tenido durante el confinamiento una gran responsabilidad en la percepción que de la pandemia tiene la ciudadanía. Buscar el equilibrio en las noticias y en el tono de las informaciones resulta imprescindible para que ni hagamos de la muerte una comedia ni convirtamos la vida en una tragedia, para que ni el miedo nos confine más allá de la prudencia ni la inconsciencia nos devuelva a la calle como si esta fuera una verbena. El fiel de la balanza ha estado más cerca de la comedia rosa que del drama y lo pienso, especialmente, cada vez que oigo hablar de la insensatez de los jóvenes.

Para los medios, en general, la muerte ha sido números que variaban todos los días sobre categorías que también se repetían sumando o restando muertos, infectados, asintomáticos, recuperados... Cifras que solo a veces tenían nombre, rostro, cuando era un ilustre el fallecido. El dolor de la muerte pasaba de puntillas. Eché en falta las cámaras dentro de los hospitales y de las residencias. Las sigo echando en falta. Entre balcones y aplausos la mejor comedia que recuerdo la sirvió EITB con una entrañable entrevista a dos centenarias residentes navarras que se mostraban felices de estar confinadas, de no recibir visitas de sus familiares. Si por ellas fuera, que ojalá la pandemia no terminara nunca.

(Preso politikoak aske)