Txisko FERNÁNDEZ
PRESIDENCIA ALEMANA DEL CONSEJO DE LA UNIÓN EUROPEA

La idea de Merkel: ¿una Europa más unida o más fuerte?

Por segunda vez –la primera fue en 2007– Angela Merkel ocupa la Presidencia rotativa del Consejo de la Unión. Desde esa posición, debe gestionar las consecuencias de «la mayor crisis de la historia de la UE». Consciente de que no habrá una Alemania fuerte en una Europa fragmentada, intentará cerrar este verano un acuerdo sobre el plan de reactivación.

No es que haya contradicción entre estar «más unida» y ser «más fuerte». Lo que ocurre es que el lema de la nueva Presidencia alemana del Consejo de la UE no es exactamente igual según el idioma que se utilice.

En alemán es “Gemeinsam. Europa wieder stark machen”, que se traduce al castellano como “Juntos. Haz que Europa sea fuerte de nuevo” y al inglés como “Together. Make Europe strong again”.

Pero en la web oficial de la Presidencia (https://www.consilium.europa.eu/de/council-eu/presidency-council-eu/) las traducciones elegidas no son tan literales, optando por una versión que en castellano es “Juntos por la recuperación de Europa”, en inglés “Together for Europe’s recovery” y en francés “Ensemble pour la relance de l'Europe”. Entre ellas, estas tres sí tienen un significado idéntico.

¿Es solo casualidad? Pues hay quien piensa que no. Según algunos medios alemanes, con esa traducción libre, Angela Merkel habría querido distanciarse de uno de los lemas más trillados por Donald Trump: “Make America great again”. Pero también se puede pensar lo contrario, porque para quienes hagan la traslación directa del alemán al inglés esa similitud no pasará desapercibida.

Sea cual sea la clave de ese supuesto mensaje subliminal, es preferible centrarse en el programa de la Presidencia semestral que arrancó el 1 de julio, en el que se da prioridad a la «superación de las consecuencias a largo plazo de la crisis del coronavirus» y la «recuperación económica y social».

«Para ello, Alemania defenderá la actuación conjunta aprobada, la solidaridad europea y los valores comunes». Frases rimbombantes que, ciertamente, engarzan con la actitud que está mostrando la canciller alemana desde que todo el mundo se ha percatado del gran impacto que va a dejar en la UE la crisis derivada del covid-19.

Lo que resta por saber es hasta dónde puede influir Merkel para alcanzar el consenso necesario entre los Veintisiete para materializar un plan de reactivación que ya tiene un diseño claro pero que de momento no suscita la necesaria «unidad».

Para presentar el escenario de forma resumida: hay cuatro Estados miembros (Países Bajos, Austria, Dinamarca y Suecia) que se resisten a dar su plácet al programa presentado por la Comisión Europea.

Los “cuatro frugales” o, para sus detractores, “cuatro tacaños” insisten en que las ayudas a los Estados tienen que ser reembolsables –es decir, que no se consideren préstamos a fondo perdido– y no se conforman con imponer “ajustes” –término que ya no se suele usar oficialmente en las instancias comunitarias– a quienes más necesitados están de esas ayudas, como Italia o el Estado español.

El plan defendido por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen –a la sombra de Merkel–, aboga por repartir 750.000 millones de euros entre subvenciones y ayudas directas a los Estados, acompañando a un presupuesto para 2021-2027 de 1,1 billones.

«Nuestro éxito no solo depende de la buena dirección de la Presidencia alemana, sino que también requiere que nuestros Estados miembros y partes interesadas vean más allá de unos intereses limitados y se centren en los beneficios de nuestra Unión», indicó Von der Leyen el jueves en una rueda de prensa telemática conjunta con Merkel.

Ambas volverán a reunirse el próximo miércoles para preparar la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará los días 17 y 18 en Bruselas, por primera vez en mucho tiempo, de forma presencial.

La canciller alemana parece decidida a dar un giro sustancial al funcionamiento de la Unión, ya que lo que ahora defiende Berlín es, en cierta medida, la mutualización de la deuda, lo que durante la crisis que estalló en 2008 consideraba un Rubicón que nunca cruzaría.

¿Recuerdan los enfrentamientos dialécticos entre Wolfgang Schäuble y Yanis Varoufakis, cuando el ministro alemán defendía que era preferible un “Grexit” antes que un rescate a cuenta de los socios comunitarios? Pues ahora, desde el sillón del Bundestag (Parlamento federal), asume que aquel debate «está superado» y aboga por la «cooperación».

Otra muestra de que, como dice Merkel, se está imponiendo la de idea de que lo importante «es que el mercado interior siga funcionando», y de que Alemania es consciente de los beneficios que obtiene de que sea así.