Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «La verdadera historia de la banda de Kelly»

Que nadie se deje engañar por el malicioso título

De entre los nuevos cineastas, uno al que apetece seguirle la pista es al australiano Justin Kurzel, porque aunque no termina de hacer una película redonda siempre apunta maneras rompedoras y arriesga hasta los límites de la locura, lo cual considero muy estimulante y positivo. Tengo muchas ganas de ver terminado su anunciado proyecto “Ruin” (2021), protagonizado por Matthias Schoenaerts y Margot Robbie, y en el que pondrá su estilo agresivo al servicio de una cruenta historia sobre la caída del nazismo y la reconstrucción alemana. Esa misma virulencia le iba que ni pintada a su particularísimo “Macbeth” (2015), con un Michael Fassbender al que se vio algo más fuera de lugar en la adaptación del videojuego “Assasin’s Creed” (2016). Pero tratándose ahora de un retrato de Ned Kelly (1854-1880), el joven bandido australiano elevado a la categoría de mito en el lado más oscuro de la historia de la colonización austral, la experiencia resulta brutal.

Quienes no conozcan cómo se las gasta Kurzel quedarán contrariados al comprobar que el contenido de la película no guarda relación con su título, tomado directamente de la novela de Peter Carey ganadora del premio Booker en que se basa, ya que lo que busca maliciosamente con ese doble sentido es distanciarse de las otras aproximaciones más realistas a esta figura del bandolerismo decimonónico, sacándose de la manga una interpretación de su corta y fulgurante existencia totalmente anárquica y delirante, que se parece en definitiva a un amoral biopic sobre algún punk amante del western salvaje.

Con lo que sí conecta “La verdadera historia de la banda de Kelly” (2019) es con la extendida creencia de que el carácter rebelde de Ned se forjó en su torturada infancia, sintiéndose tan perseguido y víctima de la justicia como el resto de la familia, para quedar edípicamente unido a su gran referente materno.