Mikel INSAUSTI
Crítico cinematográfico

Genio Morricone

La reposición de “Cinema Paradiso” (1988) ha ido a coincidir con la muerte accidental de Ennio Morricone, que si no llega a ser por una fatal caída seguiría en activo a sus 91 geniales años. Para esa película colaboró con su hijo Andrea, que firmó el tema de amor de la banda sonora. Siempre he pensado que el compositor romano, como muchos otros de sus grandes colegas, tenía forzosamente que trabajar en equipo, dado el volumen de producción que venía desarrollando desde la década de los 60. Quienes le entrevistaron afirman que era muy difícil sacarle información sobre sus secretos profesionales, pero se sabe que su mujer María Travia, fallecida poco antes, era una colaboradora esencial. Era la que le ayudaba a conectar con los gustos del público, y la que le escribía las letras de canciones míticas como la de “Sacco y Vanzetti” (1971), inmortalizada por Joan Baez.

Sobre las leyendas urbanas que rodean a sus famosas partituras para el “spaghetti-western”, y en especial para las películas de Sergio Leone, me gustaría aclarar que no fue Kurt Savoy quien grabó el silbido, por más que el músico de origen andaluz hiciera versiones impecables de esos temas. En realidad quien silbaba y tocaba la guitarra era Alessandro Alessandroni, otro amigo de la infancia romana, al igual que Leone. Un trío que hizo historia, y que se entendía a la perfección haciendo magia audiovisual.