Joseba ITURRIA
DONOSTIA
Entrevue
DAVID ZURUTUZA
JUGADOR DE LA REAL SOCIEDAD

«Me emociona mirar atrás y ver todo lo que he conseguido y la gente que he conocido»

El último superviviente de la generación que logró el ascenso de la Real hace diez años y la sacó de una grave crisis económica, deportiva y social para llevarla hasta Europa comparte con la directiva y los aficionados el mérito de la transformación del club y la construcción del nuevo Anoeta y se marcha muy satisfecho.

David Zurutuza (Rochefort-Deba, 1986) se despidió el domingo, el día que cumplía 34 años, del fútbol volteado por sus compañeros tras lograr la clasificación para jugar en Europa. Repasa con GARA la vida y su carrera especial en la que hubo un momento que vio acabada su etapa en la Real antes de empezarla.

Nació en Rochefort, pero se considera debarra y ha vivido en Hendaia y Donostia...

Mi padre era de Azpeitia, veterinario y en un viaje a París al mercado del ganado conoció a mi madre. Cuando estaba embarazada en su pueblo de vacaciones y mi padre ayudaba a ganadores contrajo una enfermedad y se adelantó el parto. Por eso nací en Rochefort, al lado de La Rochelle. Estuve un mes en la UCI. Luego fueron a vivir a Deba seis años y, como mi ama trabajaba en Baiona e iba casi todos los días, decidieron ir a Hendaia y he vivido allí e iba a la ikastola a Irun hasta que con mi mujer vinimos a Donostia a vivir.

Llega a la Real en cadetes con trece años, en la 2004-05 en su último año juvenil y el primero del segundo filial sube a Tercera con la UPV y en la 2005-06 pasa al Sanse, pero le costó llegar al primer equipo.

En la primera época en el Sanse con la Real en Primera subía bastante, pero tengo la lesión del isquio y suben a Gorka Elustondo, que debuta y hace partidazos. En 2007 hice la pretemporada con Coleman y el Eibar, que había subido a Segunda, me quiso y allí jugué cedido con una lesión que se me curó mal en el isquio. En el Eibar después de cada partido tenía problemas. Cuando volví a la Real Juanma Lillo no contaba conmigo y me dieron la opción de jugar en el Sanse, pero no estaba bien. Me hicieron pruebas y buscaron una manera de curarme porque tenía una fibrosis mal curada. Fue un año malo, revuelto. Venía de jugar en Segunda, la Real no contaba conmigo y el Sevilla Atlético me quiso. No supe qué pasó porque Badiola se metió por medio y mi representante no entendía los movimientos de la Real. Fui el primer día a entrenarme y Lillo me preguntó qué hacía allí, que tenía que estar en Sevilla. Yo no sabía nada. Me quedé un año raro, por lo menos lo usé para curar el isquio y debuté con el primer equipo unos minutos en Anoeta con el Huesca. Estaba muy nervioso. Xabi Castillo marcó un golazo y salí. No sé si toqué algún balón, pero fue muy especial.

Decía en su despedida que no quitaba las lesiones a pesar de que han marcado su carrera...

Es la parte más difícil del deportista. Quieres estar, pero no te deja la lesión. Entras en una frustración, la cabeza empieza a pensar mal y hay que tener un poco de madurez. Empiezas a reflexionar y he intentado ser positivo y aprender. Te hace ver las cosas de otra manera, aprendes cosas del juego en las que no te fijabas. Utilizas ese tiempo de la lesión. Me hubiera gustado estar mucho menos tiempo lesionado, pero ha sido así y con el tiempo lo he aprovechado para mejorar.

Mi manera de jugar es tener la pelota. Siempre he tenido la seguridad de controlarla y que no me la iban a quitar. Tener mucha pelota implica más riesgo de golpes que si juegas más al primer toque. Te expones mucho más. Luego en el esfuerzo siempre he sido muy generoso para ayudar a los compañeros a cerrar huecos y eso habrá influido en las lesiones. Ha sido mi manera de ver el fútbol y no volvería a hacer algo distinto, haría lo mismo.

Es Lasarte o Loren el que confía para subir al primer equipo en 2009. ¿Cómo fue esa decisión?

Estaba desilusionado. Había sido un año raro, con la lesión, la falta de confianza del club, lo del Sevilla... Me entrenaba con el primer equipo, pero no me sentía valorado. Antes de la pretemporada voy donde Loren y le digo que aquí mi etapa ha pasado, que no tiene sentido que me quede y me dijo que tenía un año más de contrato, que venía un entrenador nuevo que nos quería ver a todos y que no me podía dejar salir. Ahí tienes la ilusión de que te va cambiar algo la situación y cambió mi vida al llegar Martín Lasarte. Tuve la suerte de que me dio la oportunidad y hasta hoy.

Entra en la temporada del ascenso y consiguen quitarse una mochila que, sobre todo, pesaba más a los que bajaron...

Había obligación. Eres un equipo histórico de Primera con muy buenos jugadores. Los primeros años hicieron una apuesta muy fuerte para subir. El tercero se calmaron las aguas y se confió en los jóvenes de la cantera y, cuando menos se esperaba, se subió. Para nosotros, que llevábamos muchos años en el club, sientes eso como tuyo y la responsabilidad es muy grande. El ascenso nos liberó mucho y el año siguiente es el que más sufrimos. El último mes fue agónico. Estábamos abajo, aunque no en puestos de descenso, pero ganábamos y los demás ganaban y nos salvamos con 45 puntos la última jornada. Fue el año más duro y nos quitamos un peso.

Y en dos años se clasifican para la Champions League...

Ese año todo salió redondo, se jugaba de memoria. Fue una época en la que el equipo disfrutaba mucho y también el aficionado. Éramos un equipo joven, con mucha frescura, que jugaba con mucha alegría, sin miedos, muy vertical y eso nos dio llegar a la Champions. Para un equipo como la Real fue un regalo jugar la Champions contra equipos grandes. Me acuerdo de los dos partidos con el Olympique de Lyon, el ambientazo que se vivió allí y aquí. Fue algo inolvidable.

Aperribay recordó el lunes que le pidió tras subir que quitara las pistas. ¿A su generación se le debe el nuevo Anoeta?

Ha sido todo. La generación, el presidente, la directiva y los aficionados. Todos hemos remado en la misma dirección. La gestión de esta directiva ha sido muy buena, se han hecho las cosas poco a poco con un sentido y con un sentimiento. Y el campo nuevo ha sido el resultado. Ahora jugar en Anoeta es una maravilla. Hay un ambientazo, con gente joven... Es todo, no lo centraría todo en los jugadores o nuestra generación y destacaría el trabajo en Zubieta en el fútbol base, que pasan un montón de horas con pasión en su trabajo y el resultado es sacar chavales.

No pudo tener un adiós mejor que con la clasificación europea el día de su cumpleaños.

No creo en el destino, pero antes del partido me decía que sería la leche, que nos clasificáramos, el cumpleaños, la retirada... Todo junto y que todo saliera guay. Piensas que seguro que algo sale mal, y no, todo salió redondo y fue superbonito, como el día siguiente la rueda de prensa y la comida. Todo fue ideal. El último año ha sido duro para mí por el gen competitivo que tenemos. Es lo que nos hace llegar. Te hace sentirte frustrado por las lesiones, por una cosa u otra no juegas y tu cabeza es competitiva y no lo entiendes y te frustras. No estaba acostumbrado, siempre contaba para el entrenador.

¿Se ha planteado quedarse hasta la final de Copa o le hubiera gustado que se jugara a puerta cerrada para poder vivirla?

Tenía muchas ganas de jugarla, de estar o de sentirme partícipe, pero cuando se juegue me voy a sentir como si fuera mía porque he estado todo el año. Siendo egoísta, quería que se jugara sin público, pero jugando el primer partido a puerta cerrada y viendo qué era, dije que no. Los partidos no tienen mucho sentido y había que acabar la Liga, pero una final sin público no la veía y ahí cambió mi manera de verlo.

Le ha tocado ser un ejemplo y ayudar desde el vestuario...

He visto el otro lado. En el baloncesto se le da valor al sexto jugador y en el fútbol debería ser igual. Hay suplentes que son importantes porque te cambian el partido y titulares que no son tan decisivos. Esto es un equipo y los que no juegan son igual de importantes porque mantienen la unión del grupo, la calidad de los entrenamientos y el ambiente. Para el que juega es más fácil. En eso era importante este año porque tenía que estar atento, había gente muy joven que no lo tiene presente. Viéndome, habrán aprendido o alucinado, y el equipo ha estado muy bien. Imanol ha tenido mucho que ver. Siempre recalcaba eso, exigía a todos, ha estado muy presente y atento para que no decayera el ambiente y nadie bajara los brazos porque cualquiera podía jugar. Así ha sido hasta el final. Todos somos importantes y nunca sabes cuándo te tocará jugar.

¿Su último acto de servicio fue pedir a sus compañeros que se queden para mantener un equipo al que ve gran futuro?

Dije lo que pensaba. Si algo se quiere construir se tiene que mantener la base, que son estos jugadores. Les queda un gran recorrido. Están aprendiendo, acaban de llegar al fútbol profesional y mejor sitio que la Real no van a encontrar. Hay una generación muy buena, conseguirán cosas bonitas y disfrutaremos de ellos como de nuestra generación. Es algo especial hacerlo con compañeros que son amigos. Nosotros, por ejemplo, nos vamos ocho de vacaciones de nuestra generación todos los años. Es superbonito vivir momentos buenos y malos con amigos.

¿Destacaría un técnico o un jugador de su etapa en la Real?

No me gusta individualizar, pero sobre todo a la gente con la que he tenido afinidad y he estado muy a gusto con ellos. Ha sido un camino muy bonito. Hemos pasado momentos malos, pero también cuentan para que sea bonito. Todos los entrenadores me han aportado mucho. Igual en el momento algunos más que otros, pero a la larga piensas que todos me han ayudado.

Ha tenido problemas por decir lo que piensa, como cuando le criticaron por decir que se le hacía duro hace dos veranos estar tanto tiempo en Zubieta...

Para mí lo difícil era hacer lo contrario. No decir las cosas como las veo. No entiendo alguna entrevista con compañeros que parecen otra persona. Se tergiversan mucho nuestras palabras, lo que queremos decir, el jugador tiene miedo de pasar esa línea y se curan en salud, siempre dicen las mismas cosas y no salen de ahí. En lo de la pretemporada es ventajista por cómo ha salido este año sin sesiones dobles, pero es como hay que hacerlo. En ese momento sentía que pasábamos muchas horas muertas en las que no hacíamos nada y el desgaste psicológico era muy grande. La pretemporada es muy dura física y psicológicamente y necesitas desconectar y estar en casa. No descansas bien porque estás muy cansado, a la noche no duermes... Además había sido padre, no estaba a gusto con los entrenamientos que se hacían, se me juntó todo y dije lo que pensaba y la gente no lo entendió bien. No me considero una persona que trabaje poco o vaga, pero quiero que lo que trabajo tenga un sentido, hacerlo bien. No sirve en el fútbol de hoy en día hacer entrenamientos largos. Tienen que ser cortos y muy intensos. No vale de nada meter tres horas porque no te da el cuerpo para hacer con intensidad las tres horas. Tiene más sentido hacerlos cortos e intensos como este año, que ya acabas igual de muerto...

Para ser un jugador profesional en el camino es un sacrificio muy grande tuyo y de los que están a tu lado. Tus padres te llevan a los entrenamientos, mi mujer no ha tenido ayuda con los críos y todo se centra en nosotros porque nuestro trabajo es muy importante y supercorto. Te cuidas en el camino, haces ese esfuerzo y cuando llegas a la élite necesitas estar bien, en plenas condiciones para rendir. No se ve el domingo cuando jugamos lo que hacemos toda la semana, sino el resultado. Somos personas, y como dije en mi despedida, me apetece hacer cosas tan simples como comer unas rabas que la gente no valora y yo sí porque no las he podido hacer.

¿Se despide con una carrera casi soñada, llegar con el ascenso y salir con un billete europeo?

Ahora que digo adiós, miro atrás y ha sido una pasada lo que he vivido. Me emociona mirar atrás y ver todo lo que he conseguido, la gente que he conocido... He sido un jugador superquerido para la gente, a la mayoría les he gustado como futbolista o como persona, y he sido un afortunado. Por eso siempre he dado las gracias por todo y las doy ahora.