O. LARRETXEA
Donostia

CRÓNICAS EN PAPEL FOTOGRÁFICO

El fotoperiodista Fernando Postigo donó en 2016 su fondo al Museo San Telmo, que ahora expone parte en «Postigo. Crónica de una época». Su cámara captó, entre 1977 y 2003, la vida política, social y cultural de nuestro país y, en particular, de su ciudad.

Seleccionar «solo» alrededor de 300 imágenes de entre las 55.000 que conforman el fondo del fotoperiodista Fernando Postigo (Donostia, 1940) ha sido un trabajo titánico, de hormigas. Con mucha paciencia y capacidad de observación, los cuatro años que ha durado ese proceso previo ha culminado con el montaje de una exposición que presenta el Museo San Telmo: “Postigo. Crónica de una época” y que se puede visitar hasta el próximo 1 de noviembre de forma gratuita en el llamado Laboratorio del museo.

El autor nacido en el barrio de Gros donó toda su obra al centro etnográfico y ahora es este el responsable de catalogar, digitalizar, documentar y difundir su trabajo. La muestra se entiende en esos parámetros de servicio a la ciudadanía, como herramienta para que podamos conocer mejor nuestra historia más reciente. «Este museo ha de contar cómo hemos vivido estos últimos años, y estas imágenes son una herramienta para conocernos mejor», enfatiza la directora del museo, Susana Soto.

Atendiendo a esa premisa, en la selección se han recogido imágenes tomadas entre 1977 y 2001 (Postigo dejaría su profesión dos años después); cuentan historias reales sobre violencia, represión policial, la transformación social que se dio en nuestra sociedad y la evolución que sufrió la propia ciudad de Donostia, un tema que le interesaba especialmente. La construcción del Kursaal, el antiguo mercado de La Bretxa, el ya demolido mercado de San Martín, el Boulevard cuando lo rodeaba el tráfico… Pero también pasaron por su cámara grandes temas como la cultura (escritores como Harkaitz Cano, Andu Lertxundi, artistas como una jovencísima Maider López y actores que venían a Zinemaldia…) y los deportes, como fue la demolición del campo de Atotxa o las regatas de la bandera de la Kontxa de cada verano.

Postigo se acostaba igual que se levantaba: con la cámara en la mano. Desconoce cuántas fotografías ha podido tomar, cuántos trayectos hizo sobre su moto para llegar cuanto antes donde sucedía la noticia, pero asombra comprobar cómo recuerda cada detalle, el lugar y las anécdotas que rodearon cada instante.

En palabras del autor, Donostia es una ciudad «Estarlux», porque es pequeña pero muy densa en contenidos. «Tiene tanto que contar, que donar mi obra era como una obligación. Los autores gráficos debemos conservar nuestro trabajo, pero debemos difundirlo», sugiere el autor.

Tiempos en blanco y negro

En las imágenes no hay muertos –de forma deliberada, según afirma Postigo–, aunque sí se recogen atentados de ETA, y de igual forma se han recuperado otros momentos duros, como la desaparición de Mikel Zabalza o el entierro de Txiki y Otaegi. Las manifestaciones que siguieron a las muertes de la activista donostiarra Gladys del Estal y el joven del Antiguo Iñaki Quijera, abatido a tiros por la Policía cuando contaba 18 años, también forman parte de la selección. Las décadas de los 80 y 90 muestran los tiempos convulsos y violentos, tensiones que poco a poco se van diluyendo según pasan los años. Este tipo de imágenes dan paso a otras historias que son más próximas en el tiempo, aunque nuestra memoria a veces nos engañe. El tiempo es bastante traicionero, y parece que todo ocurrió hace mucho. Es un sí pero no.

Eran tiempos del blanco y el negro, de una fotografía artesanal, unos tiempos donde no había teléfonos móviles y las fotos se revelaban una a una en los laboratorios. «Teníamos nuestros propios rollos, y había ocasiones en que no hacíamos más que una sola fotografía del suceso en cuestión. Otras veces, se podían hacer series para luego elegir la mejor», rememora el autor.

También eran tiempos en que se revelaban las imágenes a la una de la madrugada, después de un intenso día trabajando. «Había que sacar los rollos, meterlos en líquidos, secarlos, lavarlos y volver a secar, pasarlos de nuevo por otros compuestos, positivarlos en papel… un trabajo que nada tiene que ver con el actual. ¡Pensar que hoy en día se pueden enviar las fotos desde el mismo teléfono móvil…!», exclama.

La comisaria de la exposición es la historiadora Elisa Querejeta. Destaca que lo más importante de la obra de Postigo se ha recogido en la muestra, pero reconoce que la selección ha resultado una tarea complicada. Trabaja asiduamente como documentalista de fotografía para San Telmo y es miembro activo de Aranzadi, donde ha realizado trabajos sobre Memoria Histórica y fotografía. Ella tutelará una de las visitas guiadas programadas entre setiembre y octubre.

Según ha informado el museo, las visitas guiadas comenzarán el próximo 3 de setiembre, con el propio Fernando Postigo como guía. Hay previstas cuatro más: el 10 de setiembre (a cargo de Arantxa Urretabizkaia, en euskera), el 17 del mismo mes (también en euskara, con Nerea Azurmendi), el 1 de octubre con la propia comisaria y el 8 con Aizpea Goenaga, en euskara. Todas las citas son gratuitas y comenzarán a las 18.00. Hay que inscribirse previamente enviando un mensaje a la dirección stm_erreserbak@donostia.eus o llamando al teléfono 943 481 561.