Dabid LAZKANOITURBURU

Tremenda explosión de ira contra toda la clase política libanesa

Miles de encolarizados libaneses se manifestaron en Beirut para exigir cuentas a la clase política, a la que responsabilizan de la terrible explosión que devastó parte de la capital, dejando un saldo a día de ayer de 158 muertos y más de 6.000 heridos. Un grupo de jóvenes trató de forzar los accesos del Parlamento y fue dispersado por la Policía. Otro, con ayuda de militares, logró asaltar el Ministerio de Exteriores y lo proclamó «cuartel general de la Revolución».

En la Plaza de los Mártires, epicemtro histórico de las protestas en Líbano, miles de manifestantes convergieron con un lema, «el Día del Juicio», donde están instaladas guillotinas de madera, y a donde la gente llevaba cuerdas con nudos.

El hashtag «#Pendez-les« (colgadlos en francés) circula desde hace días en las redes sociales.

Para muchos libaneses, asolados por una crisis económica devastadora, la explosión del martes ha sido la gota que colma el vaso, y todo apunta a que relanzará y radicalizará unas protestas que estallaron en octubre para denunciar la corrupcín e incompetencia de la clase política, pero que se había desinflado con la pandemia.

«Venganza, venganza, hasta la caída del régimen», gritaban los manifestantes, algunos con máscaras, otros con banderas y los últimos con fotos de víctimas de la explosión del martes, que arrojaba a día de ayer un saldo de 158 muertos, más de 6.000 heridos y 21 personas aún desaparecidas.

La concentración se desarrolló pacíficamente en la Plaza de los Mártires, testigo de todas las protestas que han marcado la historia del país, primero contra la Sublime Puerta otomana, luego contra el mandato francés y más tarde para denunciar la intervención extranjera en la guerra civil.

Asaltos a sedes oficiales

Un grupo de manifestantes escoltados por militares en retiro tomó al asalto la sexe del Ministerio de Exteriores en Beirut, proclamándola como el «cuartel general de la Revolución».

Desde el despacho del ministerio, el general retirado Sami Rammah, apeló a «los países árabes hermanos, a los países amigos, a la Liga Árabe y a la ONU a considerar nuestra revolución como el verdadero representante del pueblo libanés».

Otro grupo trató de forzar la entrada a la sede del Parlamento y fue disperado por la Policía. Había choques frente a otras sedes –la Asociación bancaria fue incendiada– y en el hotel Le Grey. El saldo provisional era de un policía muerto y 173 heridos.

«Tras tres días trabajando entre los escombros y curando nuestras heridas, es hora de hacer estallar nuestra cólera y de castigarles por matar a la gente», afirmaba, Farès al-Hablabi. «Debemos dirigir nuestras fuerzas contra todo el sistema (...) el cambio debe tener las mismas dimensiones que la amplitud de la catástrofe», añadía este joven.

El primer ministro propone elecciones anticipadas

El primer ministro, el suní Hasan Diab, propone elecciones anticipadas para salir de la crisis.

Mientras, los tres diputados del histórico partido cristiano maronita Kataeb, con su presidente, Sami Gemeyel, al frente, han dimitido y se sumado a las protestas. Su secretario general, Nazar Najarian, murió por la explosión, que afectó principalmente a los barrios cristianos y acomodados alrededor del aeropuerto.

«Un nuevo Líbano debe nacer sobre las ruinas del antiguo», señaló durante el funeral ante los líderes de la comunidad maronita, en claro mensaje a a Michel Aoun.

Las renuncias llegan tras las de Marwan Hamade, del partido del líder druso Walid Jumblat, quien señaló que «no tengo confianza alguna en las instituciones libanesas, y menos en el Parlamento», y de la independiente Paula Yacoubian, quien urgió a todos los diputados que dimitan porque «el Parlamento ya está fuera del proceso de toma de decisiones». También dimitió el embajador de Líbano en Jordania. D.L.