Pedro José Larraia Legarra
KOLABORAZIOA

Sobre el cese de Unai Etxebarria

(Este comentario fue enviado el 30.08.2020 a los diarios “Ideal” y “Granada Hoy”. Ninguno de los dos periódicos lo publicó)

El Granada Club de Fútbol ha cesado a Unai Etxebarria por exhibir, durante el partido celebrado en Los Cármenes el pasado 19 de julio, una camiseta con el mensaje: «Altsasukoak aske! Stop montajes policiales». Al parecer, el grupo municipal Vox habría solicitado al Ayuntamiento de Granada que instase al Granada Club de Fútbol a incoar un expediente disciplinario al jugador y a exigirle una rectificación ante lo que el partido político de extrema derecha consideraba una apología del delito.

El Artículo 20 de la Constitución Española (CE) establece:

1. Se reconocen y protegen los derechos:

a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

Así las cosas, Unai Etxebarria ha ejercido el derecho a la libertad de expresión recogido en la CE. Y lo ha hecho de manera respetuosa y pacífica. Al igual que lo hacemos frecuentemente decenas de miles de vascos en las calles de los pueblos y ciudades de Euskal Herria, porque nos parece que la sentencia del caso Altsasu fue una sentencia que no guarda ninguna relación con lo realmente ocurrido. Como así sucedió en el caso Bateragune, el caso Atutxa, el cierre del diario “Egin”, el cierre del diario “Euskaldunon Egunkaria”... sentencias todas ellas anuladas por tribunales españoles o europeos, siete, diez, once, quince años después. Cuando el mal ya estaba hecho y no había ninguna posibilidad de revertirlo ni voluntad política ni judicial en repararlo.

Por más que se haya querido disfrazar el cese diciendo que obedece a estrictos criterios deportivos, porque el club ya cuenta con la llegada del portero luso Andorinha, nadie se lo ha creído.

De forma que si el Granada Club de Fútbol ha cesado al jugador vasco por llevar la camiseta que llevaba, significa que tras más de cuarenta años de vigencia de la Constitución, todavía no ha entendido lo de la libertad de expresión. Y si lo ha hecho siguiendo las «sugerencias e indicaciones» de Vox quiere decir que ha cedido a las presiones de un partido de la extrema ultraderecha.

Sea como fuere, este posicionamiento da una idea del talante democrático del Granada Club de Fútbol y, más allá del aplauso con el que le haya podido jalear su afición y algunos sectores sociales, pasado un tiempo se convertirá en un acto de intolerancia que pesará en la historia del club y del que deseará que ojalá nunca hubiera tenido lugar.