Iñaki Lekuona
Periodista
AZKEN PUNTUA

Negativos

El ministro de Educación afirmó con rotundidad hace pocos días que «estamos preparados para todo». Ahora, con cada vez más escuelas cerradas por positivos, París se apresura a declarar que se «va a encontrar una solución, algún tipo de guardería, teletrabajo o alguna manera de indemnizar» no se sabe muy bien a quién. «Todavía no está diseñado, pero estamos trabajando en ello». Y en ese alarde de anticipación, el ministro Blanquer habló de mascarillas transparentes para asegurar que los alumnos sordomudos lean los labios de sus interlocutores. Una pena que no haya pensado en los ministros sordos que ahora enmudecen cuando se les pregunta sobre todas esas medidas que iban a lograr que el sistema educativo pudiera hacer frente a una situación de pandemia. Porque, de todo lo que se habló en verano, lo único que se ha previsto ha sido el bozal. Y para asegurarse de que los preadolescentes lo lleven puesto correctamente, se ha desplegado en las entradas de varios colegios del hexágono a uniformados armados con subfusiles de asalto. Todo un ejemplo de pedagogía en un país que acaba de revolverse por la publicación de un libro cuyo autor permaneció dos años infiltrado en la Policía, constatando abusos, malos tratos, palizas y otras lindezas que son el día a día en ciertas partes del país. Justo allí donde a los jóvenes se les prepara para todo, sobre todo para lo peor. Ellos son negativos.