EDITORIALA
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Caldos de cultivoletales en pandemia

La semana concluyó con el presidente estadounidense, Donald Trump, presentándose como modelo de supervivencia contra el covid-19 y arranca con el de Brasil, Jair Bolsonaro, diciendo que el coronavirus «no llega ni a gripecita». Presiden países que acumulan más de 200.000 y más de 150.00 muertes respectivamente por esta pandemia, por lo que sus bravuconadas han dejado de hacer gracia. Pero el problema de fondo no es su irresponsabilidad personal, sino el fango de fake news que les engordó y catapultó al cargo.

Acercando el foco a Euskal Herria, otra irresponsabilidad ha complicado el combate contra el virus en la capital del Estado español; una decisión judicial con justificación meramente administrativa se ha superpuesto a la decisión de todo un Gobierno estatal y sobre todo al criterio de una cúpula científica. Parece surrealista, pero en absoluto es nuevo: en la escena política y social española no resulta nada extraño, sino algo muy habitual, que un juez con veleidades políticas o simple afán de protagonismo imponga su ley, ni siquiera la ley, por encima de todo.

Este país se salva hasta ahora de agravantes tan demoledores, pero arrastra en esta pandemia sus propios defectos y carencias. Sin ir más lejos, mucho más allá de Tolosaldea se habían escuchado estos años las campañas que reclamaban una dotación hospitalaria pública para el eskualde y alertaban de que el modelo representado por la clínica Asunción no era idóneo. Las denuncias de recortes en la sanidad pública y de precariedad en la atención y las condiciones laborales de las residencias eran constantes, para quien las quisiera leer y escuchar en medios como este. Señalarlo ahora no es ventajismo, es memoria.

Nada de esto ha generado la pandemia del covid-19, cierto es, pero sí influye tremendamente en sus efectos, como caldos de cultivo envenenados los que el virus no ha dejado de crecer. El día después de la pandemia habrá que reflexionar, y cambiar, muchas cosas y muchas actitudes.