Mikel INSAUSTI
Crítico cinematográfico

Barrio conflictivo

El documental musical ha experimentado en los últimos años un exponencial crecimiento, tanto que ya no nos extraña su llegada a las salas de estreno, ni tampoco su programación en los grandes festivales. Sin ir más lejos, en la última edición del SSIFF entraron a concurso los últimos trabajos del veterano especialista del género Julien Temple y del actor Matt Dillon, en su otra faceta de realizador profundamente melómano. Una participación a la que habría que añadir la del debutante Natxo Leuza en la sección Zinemira, y que bien podría haberse llevado el premio Irizar. Sin embargo, aún parecen existir ciertos prejuicios por parte de los jurados, que en última instancia siguen decantándose por la ficción y el drama.

Los y las documentalistas musicales encuentran su refugio y la única posibilidad del justo reconocimiento en festivales temáticos como el donostiarra Dock of the Bay, también los y las de casa, gracias a que se van perdiendo los complejos y no faltan grupos y solistas dignos de tener su propia película. “El Drogas” marca el ejemplo a seguir, porque está tan bien hecho que gusta incluso a quienes no son fans del de la Txantrea. Trasciende lo puramente musical para convertirse en una obra etnográfica, que indaga en la relación entre el artista y su contexto social o familiar dentro de un marco histórico de conflictividad a todas luces inspiradora.