Maitane ALDANONDO

UN MODELO DE ECONOMÍA CIRCULAR PARA LA REUTILIZACIÓN DE BATERÍAS

Las startup vizcaína Alterity Global diseña y fabrica baterías de litio con la intención de que, al terminar su ciclo útil, puedan tener una segunda vida y nuevos usos. Por ahora, han realizado varias series cortas y están dando pasos con miras a la industrialización.

El mercado de las baterías de litio está en alza, sobre todo por el aumento de la demanda ligada a la movilidad eléctrica. Sin embargo, son difíciles de reciclar, por lo que, una vez completado su ciclo útil, suelen acabar en el vertedero. Frente a ese modelo lineal –fabricar, usar, tirar –, Alterity Global propone otro circular, para lo que diseña y fabrica baterías que no solo se ajustan a las especificaciones que su cliente necesita, si no que ademas pueden ser refabricadas y reutilizadas con nuevos usos.

Los creadores de esta empresa tecnológica se conocieron en 2016 gracias a la competición Motostudent. Estudiaban en la Universidad Politécnica de Catalunya y se apuntaron a esta iniciativa, en la que debían construir una moto de competición, que por primera vez podía ser eléctrica. Tras dos años de trabajo, ganaron tanto la carrera como la vuelta rápida y la batería fue una de las cosas que consideraron haber hecho mejor. Además, en ese tiempo se hicieron amigos y vieron que trabajaban bien juntos. Vinieron a Bilbo a trabajar y, junto a Tknika, organizaron Euskelec, un campeonato similar dirigido a la Formación Profesional. Paralelamente, fueron dando forma a su idea y en 2018 constituyeron la sociedad limitada.

Tiene su sede en las oficinas de BIC Bizkaia Ezkerraldea, en Barakaldo, y una oficina en Barcelona. El equipo promotor lo conforman los cinco fundadores y un mentor, y tienen seis trabajadores en plantilla. «Tenemos una curva de aprendizaje exponencial. Crear una empresa te hace aprender día a día, sin parar, porque nadie te enseña nada de lo que hay que hacer», reconoce Cristian Rosiña, gerente de producto.

Conscientes de sus carencias, han ido sumando a personas con visión comercial, administrativa o de negocio. Así mismo, han recibido ayuda tanto de BEAZ como de la SPRI. Durante el primer año validaron su modelo de negocio mientras que en el segundo han llevado a cabo pilotos y prototipos para diferentes sectores clave, para testar que responde a las necesidades del cliente. Rosiña explica que habitualmente las baterías se diseñan de acuerdo a las necesidades del producto y la manera en la que se fabrican hace imposible que se pueda hacer otra cosa. «Nosotros hacemos baterías pensando en reutilizarlas», en darles una segunda vida desde el inicio, de forma que puedan sustituir elementos degradados y siga funcionando o que, cuando ya no son útiles para el uso con el que fueron diseñadas, pueden serlo para usos menos potentes que el original. «Si pongo la batería de una moto en una farola, todavía puedo sacar el 80% de la energía», aclara el responsable.

Movilidad e industria

Han encontrado dos sectores clave para sus productos: la movilidad ligera y la industria. En el primero, se centran en vehículos como bicis, motos o coches pequeños, donde hay fabricantes que necesitan una batería a medida pero carecen de recursos para diseñarlas o implementarlas. Consideran que también puede encajar en los servicios para compartir motos, ya que tienen una flota muy grande y mucho gasto de baterías.

Por otra parte, poco a poco han ido viendo que puede tener una gran tirada en la industria, ayudando a las empresas en la transición del plomo al litio, sustituyendo las baterías de robots, carretillas o cualquier otro componente autónomo. Rosiña explica que la industria emplea baterías de plomo «porque son muy baratas», pero el precio de las de litio ha ido cayendo hasta convertirse en una opción accesible. «A grandes rasgos son el triple mejor: duran tres veces más, pesan tres veces menos, tienen tres veces más capacidad… y ya no valen el triple». De este modo, pasan de cambiar la batería un par de veces cada turno a no tener que parar durante el turno y a poder cargarlas en cualquier momento.

Por el momento, han hecho algunas series cortas y seguirán con ellas tras acabar los pilotos que tienen en marcha. Una vez validada su capacidad de producción, en uno o dos años, pasarán a industrializarla para hacer series más largas. Y después, externalizar e ir a Europa. Han empezado a trabajar en la CAV y Catalunya, por contactos, y su intención es llegar a todo el Estado en 2021.

Rosiña comenta que emprender «es dificilísimo», pero los resultados van llegando. «Meses atrás, ya no digo años, sería todo un reto, un éxito, pensar que podíamos conseguir esto». Entre los logros más recientes, en setiembre ganaron el segundo premio en el concurso BBSC Awards, dotado con 5.000 euros, la cesión de una oficina y consultoría. Es el primer reconocimiento de este tipo que han obtenido: «Vimos que la cosa empieza a tener sentido y a entenderse. Vamos cerrando el círculo».