Belén Martínez
Analista Social
AZKEN PUNTUA

Historia de un proceso

Tal día como hoy, hace 50 años, el Caudillo y el príncipe Juan Carlos fueron a cazar perdices. Semanas antes, saludaron a quienes arrebatados de su humanidad se manifestaban en la plaza de Oriente contra los procesados de Burgos.

Eran muchas más las personas que estaban contra la pena de muerte y gritaban «asesino». Los pasquines de inmigrantes de la península ibérica en Francia, llamaban a impedir al fascismo nuevos crímenes. Socorro rojo, sindicatos, estudiantes e intelectuales clamaban contra la tortura, solidarizándose con las y los militantes vascos. Asistimos a una recuperación de la «memoria-historia» del proceso: documentales, libros, exposiciones...

Debo confesar mi desaliento frente al hecho de que, en el íncipit de relatos que trascienden, no se recoja que hubo tres mujeres procesadas: Itziar Aizpurua, Arantxa Arruti y Ione Dorronsorro. La sal de la tierra. «Naturales» e injustificables olvidos, como no subrayar el rol de Gisèle Halimi, que acudió como observadora de la Federación Internacional de Derechos Humanos al juicio.

De sus notas surgió “Le procès de Burgos” (Gallimard, 1971), con prefacio de Jean-Paul Sartre.

El 30 de diciembre de 1970, Franco conmutó las penas de muerte por la prisión. No fue árida piedad. Fue voluntad de resistencia antifascista, en cada audiencia.