Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «4 días»

Qué hacer con una hija drogodependiente

Ala espera de la adaptación que Rodrigo García va a hacer de la novela de su padre “Cien años de soledad”, y que le llevará de regreso a Colombia, su última película prosigue con su etapa anglosajona dedicada al estudio de personajes femeninos, e insistiendo en el tema de las relaciones maternofiliales que ya abordó a fondo en “Madres e hijas” (2009), con la diferencia de que ahora utiliza el singular en lugar del plural de sus realizaciones corales. Porque en “4 días” (2020) habla de una madre y una hija en concreto, hasta el punto de que toda la dramatización descansa sobre las interpretaciones estelares de Glenn Close y de Mila Kunis, las cuales poseen sobrados recursos actorales para tomar tal responsabilidad con total naturalidad.

La maternal Deb y la filial Molly son creíbles de principio a fin, gracias a que Rodrigo García sustenta el realismo de la narración en un artículo periodístico del “Washington Post” escrito por Eli Saslow, que también ha ejercido como coguionista. La prensa especializada de este lado del charco se pregunta si era necesaria otra película más sobre una madre que ayuda a su hija a superar la drogadicción, pero ocurre que Saslow y García quieren responder a un debate muy candente en los Estados Unidos sobre el sistema de salud y la administración de fármacos indiscriminada a menores de edad. Y es que el origen de la adicción de la joven protagonista real estuvo en los medicamentos que le recetaron para sobrellevar las secuelas de una lesión deportiva ocurrida cuando practicaba esquí acuático.

El relato nos lleva al punto límite del problema, tras diez años con Molly enganchada a las drogas duras, y con Deb enfrentada a la enésima oportunidad para superar el síndrome de abstinencia, y haciendo de tripas corazón para olvidar el reguero de intentonas previas fallidas. El hilo de esperanza del que tirar lo representa un nuevo tratamiento experimental.