Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Un lugar tranquilo 2»

El terror que no necesita del grito para asustar

Me maravillan quienes son capaces de decir que la segunda parte es mejor que la primera, o justo al revés. Las dos películas me parecen tan buenas, tan originales, tan rompedoras de los moldes habituales del cine de terror, que las veo ya como un díptico perfecto, como un todo sin fisuras. Y eso que John Krasinski no tenía en mente dirigir una continuación de “Un lugar tranquilo” (2018), como mucho escribir el guion para que otro colega se encargara de ponerlo en escena y hacerse responsable de la continuidad del relato. El hecho de que “Un lugar tranquilo 2” (2020) se trate de un encargo, en vista de la pericia narrativa con que lo ha resuelto, no hace sino refrendar aún más si cabe el enorme talento cinematográfico de este actor que ha encontrado su verdadero potencial detrás de las cámaras.

Uno se sienta en la butaca convencido de que ya no le van a pillar desprevenido, ni que tampoco le puedan sorprender como la vez anterior con nada nuevo o diferente, y te sacuden con un prólogo que es como volver a nacer para revisar la película tal como nunca la imaginaste. Todo se retoma a través de un visionario flash-back, que incluye la presencia del personaje muerto interpretado por Krasinski, que ya no saldrá más en el resto del metraje. La familia, ya sin el padre, tiene que salir al exterior y adentrarse en un mundo desconocido. Se supone que han de mantenerse unidos para sobrevivir, pero el genial autor hace que se separen, describiendo sus respectivas peripecias en un montaje de secuencias en paralelo tan brutal que deja sin aliento.

Lejos de repetirse, Krasinski introduce ahora más acción y más sustos, sin, y he ahí lo increíble, romper la imposición de partida con respecto a la renuncia del grito como elemento de impacto terrorífico. Pero queda el ruido, como peligroso resto de la contaminación acústica, en forma de “jump scare”.