Dabid LAZKANOITURBURU

Arriba, abajo y afuera

El primer secretario general de la OTAN, el británico lord Ismay, aseguraba allá por 1950 que la Alianza Atlántica tenía tres objetivos complementarios: «To keep the Americans in, the Germans down and the Soviets out» (mantener a los estadounidenses dentro, a los alemanes abajo y a los soviéticos fuera).

73 años después, y con todo lo que ha llovido desde entonces, asistimos en plena invasión de Rusia a la reproducción, ampliada, de una foto fija.

EEUU, que caracoleaba durante años con un repliegue de Europa -esbozado por Obama y teorizado como amenaza por Trump-, anunciará en Madrid un refuerzo a largo plazo en su compromiso militar en el Viejo Continente.

Pero no es que su prioridad, la pugna geoestratégica con China por el control del Indo-Pacífico, haya cambiado. Solo se ha trasladado de escenario, a Eurasia.

Rusia, otrora Unión Soviética, sigue fuera y lejos quedan los cantos de sirena tanto de rusos como de estadounidenses en anteriores cumbres de la OTAN, en las que se llegó a alumbrar el espejismo de una entente Washington-Bruselas-Moscú.

Mucho se ha escrito sobre las responsabilidades de unos y otros. Al expansionismo de la OTAN hacia el este se le ha sumado un neoimperialismo pan-ruso que reclama territorios étnico-linguïsticos y que tiene como corolario la agresión militar rusa a Ucrania.

El caso es que unos y otros han logrado que la profecía se cumpla. La OTAN, desnortada, recupera su vieja razón de ser y Rusia ve confirmados sus peores fantasmas al provocar, como efecto reacción, que países «neutrales» como Finlandia y Suecia se echen en brazos de la Alianza.