Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
CRÍTICA «UN LÍO INESPERADO»

Entre vodeviles e incomunicaciones

En su esencia, “Un lío inesperado” (innecesario era el cambio del título original, que vendría a ser “Todo nos sonríe”, y que le venía mucho mejor) se presenta como una saludable comedia de enredos que arranca en clave de vodevil y deriva hacia los territorios de la incomunicación que se estableció en una familia, un mal endémico que ha sido tratado en infinidad de ocasiones, sobre todo en la cinematografía del Estado francés.

En sus primeras secuencias topamos con un matrimonio bien avenido y que comparten tres hijos que atraviesan la siempre compleja fase de su adolescencia. En este primer tanteo, asistimos a los planes del fin de semana que dividirá momentáneamente a este clan. Los hijos se atrincherarán en el piso mientras su padre acude a un festival de música y su madre realiza otro traslado por cuestiones de trabajo. Lo que en realidad ocurre es que tanto el padre como la madre han planeado reunirse con sus respectivos amantes. Motivado por un rocambolesco giro inesperado, salen a la palestra los habituales ingredientes que aportan interés a este tipo de producciones, la ironía y la sátira.

En esta su segunda experiencia detrás de la cámara, Melissa Drigeard -también coautora del guion junto a Vincent Juillet-, acierta a plasmar la complicidad que revela el matrimonio y, a la vez, las cuestiones que los distancian.

Buena parte de que la función suscite interés radica en la excelente labora que realizan Elsa Zylberstein y Stéphane de Groodt -dos habituales en la comedia- a la hora de dotar de fondo y sentido a la pareja en crisis. En menor grado, también las intervenciones de los secundarios aportan el refuerzo necesario para que los enredos fluyan convincentemente. Más interesante que su anterior “Nunca en la primera noche”, “Un lío inesperado” también cuenta con el atractivo de ser una comedia que tiende a huir de los clichés y los convencionalismos. Es una lástima que el guion no haya contado con un mayor cuidado en el diseño de sus personajes, los cuales, y a ratos, se muestran un tanto erráticos en secuencias en las que se quiere reforzar o forzar la comicidad.