Raimundo FITERO
DE REOJO

Los uniformes dotan de carácter

Mientras siguen las bacanales guerreras de la OTAN, los científicos, cuando no ponen sus conocimientos al servicio de la industria armamentística para lograr más eficacia en la destrucción y muerte, ponen su capacidad de investigación para lograr avances tan difíciles de atrapar en un pensamiento veraniego como que exista un micrófono óptico que puede ver el sonido. Es un rayo láser que puede seguir el espectro de un sonido e identificar y hasta aislar, por ejemplo, un instrumento dentro de una orquesta sinfónica. Uno queda realmente prendado por el gran descubrimiento, pero me da a mí que todo lo que sirva para detectar sonidos, descifrar ondas sonoras, acabará en manos de usuarios uniformados para espiar sin control a propios y extraños.

Es el ambiente general el que propicia estos pensamientos tan arraigados en el hecho militar. El comprobar como los peores augurios se están cumpliendo, cuando el lenguaje de lo peor de la guerra fría se utiliza con una facilidad y falta de compromiso ético de asustar, coloca el listón del retroceso social, político y humanitario a niveles inconcebibles, y se aplaude el triunfo de la dualidad militar más conspicua y recalcitrante. Mandan los uniformes.

Los uniformes dotan de carácter para mandar simbólicamente o de facto. En Colombia, nada menos que en Colombia, el jefe del Ejército, Eduardo Enrique Zapateiro ha renunciado a su cargo para no acompañar en la toma de posesión al presidente electo, Gustavo Petro. La foto de este individuo con su uniforme es un manifiesto reaccionario y totalitario. Atentos a los cuarteles.