LA OBRA SOCIAL DE KUTXA, EN NÚMEROS ROJOS

Inbiomed y su equipo investigador atraviesan un momento crucial

Las cuentas de Inbiomed, centro de investigación en medicina regenerativa de la Obra Social de Kutxa, también están en números rojos. Los pagos de los sueldos se han atrasado tres meses; se han perdido contratos con empresas y las deudas con los proveedores son cuantiosas; la plantilla se ha reducido un 40% en apenas unos meses y los investigadores que restan aseguran estar pasando momentos muy duros.

La situación financiera de Inbiomed y, por ende, la de sus trabajadores es «crítica». La plantilla del centro de investigación en medicina regenerativa vinculada a la Obra Social de Kutxa está viviendo unos meses muy duros desde que la entidad bancaria no asumiera el compromiso que adquirió para inyectar anualmente 1,5 millones de euros en el periodo comprendido entre 2009 y 2015. Esta cuantía estaba sujeta a disponibilidad y esa disponibilidad, a día de hoy, no existe. Este año, por ejemplo, la Obra Social que dirige Carlos Ruiz ha destinado una partida de 696.000 euros.

Hasta el momento, la plantilla había denunciado su situación a través de movilizaciones. El pasado día 30 tomaron la palabra en una comisión de las Juntas Generales de Gipuzkoa. GARA se ha reunido con investigadores del centro para componer un relato de lo que viven día a día en sus puestos de trabajo.

Se remontan al traslado a la sede actual de Inbiomed -como la anterior, ubicada en el parque tecnológico de Miramón-, un bonito edificio al que llegaron en diciembre de 2011. Fue un salto cualitativo importante, porque estas instalaciones están dotadas con la mejor tecnología y las salas de investigación estan acondicionadas para labores muy específicas. «Desde el principio nos dijeron que éramos los primeros inquilinos; es decir, que aquello no era para nosotros de una manera indefinida, pero que Inbiomed estaría allí al menos hasta 2015, para así cumplir el plan establecido por Kutxa», cuentan.

El primer año fue un período estable económicamente y con grandes aspiraciones, como formar un equipo compuesto por un centenar de profesionales sólido y cualificado. «Aquello crecía y crecía, hasta que llegó diciembre de 2012, justo al año de habernos mudado. Todo iba sobre ruedas, incluso decíamos que no notábamos la crisis mientras veíamos empresas a las que denegaban becas o laboratorios que se desprendían de maquinaria... Todo eso pasaba de largo para nosotros, hasta que Kutxa dijo que en 2013 no iba a inyectar tanto dinero, que daría lo que pudiera y que en marzo decidirían cuánto nos podían conceder».

El mínimo estaba estipulado en 660.000 euros. A partir de ahí, la cantidad estaba supeditaba a la venta de otros inmuebles que pertenecen a la Obra Social -por el momento ha vendido La Gota de Leche, en la calle Getaria del centro donostiarra y para la sala de exposiciones Boulevard hay un comprador dispuesto a pagar 2,6 millones de euros-. Y el máximo que Kutxa había fijado era de 2,6 millones.

Estos extremos fueron comunicados a la plantilla en abril de este año, pese a que en diciembre de 2012 los presupuestos para el siguiente ejercicio habían sido establecidos en 3,5 millones de euros. Kutxa aportaría 1,5 millones y el resto llegaría a través de ayudas de competitividad que otorgan el Ministerio español de Ciencia e Innovación y el Gobierno de Lakua, entre otros.

Para abordar la situación, tal y como adelantó el propio Gurutz Linazasoro, presidente de Inbiomed, en su reciente comparecencia ante las Juntas Generales, estaba prevista una reunión para el 8 de noviembre entre representantes del centro y Lakua. No obstante, según ha podido saber GARA, la reunión no llegó a celebrarse y tampoco se fijó una nueva fecha. El Patronato ha informado internamente de que no volverá a reunirse hasta que no se celebre ese encuentro con el Ejecutivo autonómico.

«Plan de salvación definitivo»

Sobre los pasos que próximamente dará Inbiomed para mantenerse a flote teniendo en cuenta sus números rojos, existe un documento titulado «Inbiomed. Plan de salvación definitivo» al que este diario ha tenido acceso. En él se hace alusión a la reunión extraordinaria que mantuvo el Patronato -conformado ahora por Kutxa y la Diputación de Gipuzkoa- el pasado 9 de mayo. En esa asamblea se habló de un «esfuerzo duro y doloroso que solo tiene sentido si el Inbiomed resultante es fuerte y competitivo».

Tanto el centro como el Patronato adoptaron sendos compromisos. El primero aseguró que realizará un «trabajo intensamente en búsqueda de autosostenibilidad», para lo que necesitaría tres años. El informe también destaca la importancia del «compromiso de los investigadores» para garantizar la pervivencia del proyecto.

El Patronato, por su parte, debe buscar «financiación y apoyo institucional estable durante tres años», además de hacer un «cumplimiento escrupuloso y a tiempo de la hoja de ruta para restaurar la confianza y evitar la desmotivación y la conflictividad». En último lugar, en el informe se advierte de que, si ninguna de las dos partes está dispuesta a cumplir con sus compromisos, «no tiene sentido seguir adelante».

Según se desprende de este documento, aunque no forme parte del Patronato, el Ejecutivo de Lakua está dispuesto a apoyar en cierta medida el proyecto de Inbiomed, si bien para ello exigió un cambio en su estrategia que lo hiciera sostenible.

En ese sentido, el centro, que investiga en medicina regenerativa, tiene marcadas dos líneas de trabajo «urgentes»: trabajar con Lakua en el diseño del plan I+D e impulsar el proyecto empresarial. Concluyen que esta será la fórmula que dará «la estabilidad para reiniciar el trabajo y detener la pérdida de más talento».

De esa pérdida hablan con conocimiento de causa los propios investigadores. En la actualidad quedan 30 profesionales de los 51 que comenzaron. Un ERE acordado en abril se llevó por delante a doce empleados, además de otros que decidieron marcharse porque la situación les parecía insostenible. Aseguran que hay que valorar muy detenidamente si quedarse o marcharse porque se dedican a la investigación «y el que no investiga se queda atrás». Temen estancarse.

Un retraso, sin precedentes, en el cobro de la paga de enero levantó los primeros comentarios. El 31 de ese mes se les comunicó que el sueldo no llegaría a tiempo. A partir de marzo las demoras han sido la norma y ya llevan tres meses sin cobrar. Fuentes cercanas indican que la partida de 400.000 euros otorgada por la Diputación de Gipuzkoa servirá para pagarles en breve dos nóminas.

A los retrasos se le suma una reducción salarial, que aceptaron, de entre el 7% y el 14%. Antes de esta bajada general, el sueldo mínimo rondaba los 15.500 euros brutos anuales.

Los investigadores reconocen que en las últimas semanas la situación ha empeorado y que anímicamente está siendo muy duro. No solo por los retrasos, también por tener que acudir cada día a sus puestos de trabajo sin prácticamente tarea que desempeñar. «Es tal nuestra desesperación -comentan-, que les pedimos que pongan una fecha límite y que cierren si no llegan a cumplir los objetivos, pero no están dispuestos». Han llegado a plantear que se haga un ERE de suspensión, pero tampoco parece interesar: «Hay muchos interrogantes y poca concreción, y eso es lo agotador, lo que sicológica y moralmente acaba con nosotros».

Deudas con proveedores

La falta de liquidez ha provocado retrasos en los pagos a distintos proveedores, así que estos suministran al centro con pedidos mínimos y muy concretos.

En el informe al que ha tenido acceso este periódico consta que en setiembre la deuda total vencida con ellos ascendía a 859.622 euros y que el 69% del saldo negativo tiene una antigüedad superior a los seis meses. La situación es grave, según se observa en la documentación. Además, en octubre estaban previstos cortes en algunos de los suministros básicos y al menos dos de las empresas con las que trabaja Inbiomed barajan acciones legales. También los seguros tienen previsto, si no lo han hecho ya, la retirada de coberturas. Y la empresa que se encarga de recoger residuos de tipo clínico, biológico y sanitario no lo hace.

La financiación, aparte de ser necesaria para realizar las investigaciones propias, es esencial para garantizar los servicios externos que Inbiomed ofrece. De hecho, la crítica situación financiera ha provocado la pérdida de clientes y otras colaboraciones. «Se ha perdido todo eso porque no ha llegado la financiación necesaria para pagar los recursos, no por falta de ganas y potencial, que hay mucho», puntualizan los trabajadores. Subrayan que crear una red de trabajo, tejer la confianza con otras empresas, cuesta tiempo y esfuerzo, mientras que romper todo eso es fácil.

Por lo tanto, una de las claves, o la clave para despejar el futuro de Inbiomed es la financiación, pero una financiación duradera, estable. Por ello solicitan que, si hay alguna empresa interesada en invertir, debería hacerlo «ya» porque consideran que el tiempo corre en su contra.

Cuando se les pregunta si creen que se está dejando morir a Inbiomed, responden que «en parte sí». «Este año ha habido ayudas competitivas y el año que viene hay que justificarlas. ¿Pero si no llega el material y no produces, cómo justificas que el trabajo que debías realizar no lo has hecho porque has priorizado otras cosas, como pagar los sueldos? Si esto ocurre, el año que viene puede que nos comuniquen que no nos dan más ayudas. Esto nos asusta de verdad. Nosotros, lo único que queremos, es salvar Inbiomed».

La plantilla reclama a las partes implicadas que actúen con responsabilidad

El informe que plantea el «plan de salvación» de Inbiomed menciona que, tanto desde el punto de vista social como político y económico, la clave es que Gipuzkoa puede mantener un centro de medicina regenerativa y terapias avanzadas de referencia internacional. «Tenemos los mimbres; hay que diseñar la forma del cesto», se cita textualmente. Pero para despegar hace falta inyectar dinero. Estas inversiones permitirían seguir con la investigación, las colaboraciones y el resto de servicios, trabajos que darían como resultado nuevos productos. Su comercialización haría recuperar lo invertido, y más adelante, traería beneficios.

Desde la dirección aseguran a los trabajadores que, aunque han menguado, hay varias ayudas competitivas a punto de llegar, pero no se fían. «Llevan diciéndolo desde enero y estamos a noviembre; no sabemos cuándo llegarán, ni siquiera si llegarán. Pedimos que concreten. Aguantar a costa del trabajador no es justo. ¿A qué precio van a mantener esto abierto? El que se está pagando ahora es muy alto», expresan. También exigen a las partes implicadas que actúen con responsabilidad y asumen que su condición de entidad privada no les permite reclamar ayudas públicas. En ese sentido, se muestran agradecidos con el trato recibido por parte de la Diputación de Gipuzkoa.

«Con todas las becas que se han logrado desde el Ministerio, el Gobierno Vasco, Europa... y la Obra Social, con los intereses del dinero ahorrado por los guipuzcoanos y tras realizar una importante inversión, no es posible decir que no hay dinero. Eso no es responsable», resaltan. O.L.