GARA

La lucha comienza ahora para los supervivientes del tifón Haiyan

Las decenas de miles de personas que consiguieron salvar sus vidas sorteando como pudieron el impacto del supertifón Haiyan pensaron que habían frustrado al destino, pero para muchos de ellos la lucha por la supervivencia apenas comienza.

Casi una semana después de que el tifón Haiyan devastara las islas de Samar y Leyte, la ayuda sigue sin llegar y cuando lo hace es con cuentagotas. Ante esta situación, innumerables supervivientes se limitan a buscar entre los escom- bros algo con que alimentarse.

Después de las horas terribles que pasaron con vientos huracanados, tratando de escapar de las olas gigantes que echaron abajo casas, iglesias y escuelas donde creían estar seguros, quienes sobrevivieron se enfrentan desde hace días a un desastre ralentizado, pero también agotador. Vagan por áreas devastadas, sin agua ni alimentos ni atención médica, y donde no es raro oír disparos.

La Organización Mundial de la Salud estima que un número importante de supervivientes sufre lesiones que deben ser tratadas, porque el calor y la humedad habituales en Filipinas facilitan las infecciones, que en las condiciones actuales evolucionan con rapidez y pueden ser mortales. Además, las enfermedades infecciosas pueden propagarse rápidamente en los pocos lugares donde se hacinan quienes han sortea- do a la muerte, y los médicos temen brotes como la diarrea por la falta de agua potable.

Se ha alertado también de violaciones y abusos sexuales a mujeres y niños.

La asistencia básica es difícil. Corazón Rubio, médico de Tablocan y superviviente, declaró a AFP que le aterró lo que vio tras el paso del tifón, y citó los saqueos.

Según los siquiatras, mucha gente está saqueando en respuesta a una situación de intenso estrés y desesperación al haberlo perdido todo. Otros, probablemente, por necesidades económicas. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que tres millones de filipinos -la mitad de ellos personas muy pobres, pequeños agricultores y pescadores- han perdido los medios de ganarse la vida.

Pero la prioridad es encontrar alimento, agua, ropa y refugio, y enterrar a los muertos que se descomponen en las calles, elevando el riesgo de epidemias.

Por ahora, pese a las promesas de la comunidad internacional de destinar decenas de millones de euros en ayuda, las ONG lamentan la falta de camiones y combustible, el difícil acceso a Tablocan y a otras zonas afectadas, y las precarias condiciones de seguridad de los convoyes.

El portaaviones George Washington y otros siete barcos de EEUU llegaron ayer al archipiélago, llevando miles de toneladas de suministros y algo de esperanza a quienes siguen esperando ayuda, mientras muchos cadáveres empezaban a ser sepultados en fosas comunes.

El Gobierno de Filipinas admitió su fracaso al verse superado por el desastre y prometió acelerar las tareas de emergencia. La ONU reconoció la «tremenda» labor realizada por Manila.

Médicos Sin Fronteras volvió a llamar la atención sobre el gran número de personas que no ha recibido asistencia, sobre todo en las islas de la periferia, a donde no se ha podido llegar aún.

La ONU admite demasiada lentitud en el reparto de ayuda

La responsable de operaciones humanitarias de la ONU, Valerie Amos, admitió ayer que la distribución de la ayuda a los supervivientes del tifón Haiyan es demasiado lenta y lamentó que han sido «abandonados». Reconoció que no han logrado llegar a zonas donde «la gente necesita ayuda desesperadamente», pero confió en que la situación cambie de manera significativa en 48 horas. «La situación es tétrica», señaló Amos, quien instó a las autoridades locales -cuya labor «tremenda» reconoció- y organizaciones internacionales a entregar con más rapidez la ayuda, ya que gran parte de los suministros están estancados en Manila. La ONU baraja repartir ayuda de emergencia desde el aire en zonas aisladas de Tablocan.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon apeló de nuevo a la comunidad internacional para que apoye al pueblo de Filipinas, que necesita su ayuda «ahora».

En este sentido, China, la segunda mayor económica mundial, se ha visto obligada a aumentar a 1.200.000 euros su ayuda inicial de 100.000 tras las críticas recibidas por Pekín, cuya «maldad» denunció la revista «Times» tras tildar de «insulto» la cantidad enviada el lunes. La actitud de las autoridades chinas fue objeto de intensos debates en las redes sociales del país, desde donde algunos pedían a su Gobierno que no sea «demasiado generoso» con la «deshonesta» Filipinas. GARA